Hace casi un mes que me convertí en mamá. Mi beba nació el
12 de octubre, un poquito antes de lo previsto. El parto fue buenísimo. Ella
venía de cola así que ya con mi médico habíamos estado hablando de una cesárea,
la cual iba a ser a la semana siguiente. Pero ella quiso llegar antes. Luego de
un domingo con varias actividades me fui a acostar, y en eso sentí un líquido
que salía. Me levanté y fui al baño. Había roto bolsa, no había duda. Era como
una catarata que no se podía parar, y sin ningún dolor. Eran las 00:30 de un
lunes feriado. Enseguida llamamos a la partera de turno, pusimos las últimas
cosas en el bolsito, y nos fuimos al sanatorio. Relajados y riéndonos, así fue
nuestro trayecto en el auto. Llegué a la recepción, donde ya me estaban
esperando. Pasamos a una sala en donde me vestí para el quirófano, me tomaron
la presión, me pusieron una vía en la vena, y de ahí ya subimos para la
cesárea. Todo fue muy rápido, sin ninguna contracción, y a las 02:16 hs de la
mañana llegó mi pequeña al mundo.
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Acercamientos con el michi |
Le hicieron los controles de rutina. Casi en semana 38 de
gestación, con un buen peso, no tuvo problemas para regular temperatura ni
ningún otro temita. Así que enseguida nos fuimos los tres a la habitación. A
empezar a conocernos, a ser familia.
En el sanatorio estuvimos tres días y medio. La habitación
tenía una pequeña ventana pero daba a una especie de aire luz que no dejaba ver
mucho si era de día o de noche. Igual esto se nos desdibujaba. Perdimos total
noción de los horarios. Pasamos mucho tiempo despiertos.
Nadie nos pudo venir a visitar por el tema de la pandemia. Y
siendo sincera, eso lo agradezco profundamente. Fue lo mejor que podía
pasarnos. Porque aunque uno quiere compartir con la gente querida también es un
tiempo sumamente importante para conectar con el nuevo ser, de aprendizaje,
también de dolores. Con la herida de la cesárea reciente, con la iniciación en
la lactancia, es todo un desafío. Un tiempo íntimo, importante. Si teníamos la
atenciones constantes de enfermeras, nurses, puericultoras. O me venían a ver a
mi o a la bebé.
La llegada a casa ese jueves fue bastante caótica. Un caos
dulce, así lo llamo. El comienzo de un mundo nuevo, hermoso pero desconocido y
desafiante. Como la pequeña había descendido de peso un 12% (el límite que
consideran normal es 10%) nos habían indicado leche de fórmula para reforzar. Con
mis hormonas de madre puerpera a pleno, mi llanto y angustia no podía
controlarse. Ahora me río, pero en ese momento se me caía el mundo. Porque yo
estaba poniendo todo de mí en eso de la lactancia, algo que desde el comienzo
no me fue fácil pero que se que es lo mejor (y por suerte vamos ya más
encaminadas). Pero que duele, no es tan instintivo ni tan natural. Es algo que
una lee pero que cuando está en la situación la atraviesa completa.
Llegamos entonces con la bebé a casa, el padre se fue a
comprar la leche a la farmacia, teníamos a un gatito que parecía deprimido y
nos miraba como temeroso, y yo pretendía desarmar los bolsos, ordenar unos
regalitos que mis padres nos habían dejado sobre la mesa, atender a la niña. Una
locura si lo pienso. Me obligué a bajar el ritmo.
Asi fueron pasando los primeros días. Con visita en casa de
una puericultora que me dio algunos consejos (dejamos atrás el complemento, ahora es solo pecho). Con noches sin mucho dormir,
otras mejores. Con mi atención puesta en ella, atendiéndola. Recordando canciones
de niños, tratando de calmar llantos, dando muchos besos, sosteniendo en
brazos. Tratando de darme algún que otro tiempito para mi. Aprendiendo juntos a
ser familia. Nos vamos organizando.
Mi marido pudo tomarse tres semanas de vacaciones, ha sido
genial. Ya ha comenzado a trabajar pero desde casa. Otra cosa que la pandemia
trajo y que en este momento nos viene bien.
La nena es preciosa. Nos tiene embobados.
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Una siesta juntos
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Quería contarles la buena nueva, se me hacia difícil
encontrar el tiempo. Ahora escribo este post con una mano, con la otra la
sostengo a ella. Me puse al día con la lectura de blogs amigos, dejé pocos
comentarios, sepan comprender.