Los que me siguen hace rato saben que para mi
el tema de conducir un auto ha sido siempre algo medio traumático. De esas
cosas que nunca me había motivado demasiado, y a las que le escapaba bastante.
Yo sabía que era algo que en algún momento de la vida tenía que aprender, pero
el tema era visto por mí como una especie de tortura.
Ya en noviembre del 2012 les escribí este post
en donde les comentaba que me había propuesto para el año siguiente aprender.
Releyéndolo veo que ya ahí les contaba como tenía que hacerlo pero no me
emocionaba en lo más mínimo el tema, como era para mí una molestia pendiente
más que nada, les hablaba de mis miedos varios hacia esta tarea, etc.
En septiembre del 2013 (ya un año ha pasado!
Faaa!!) les escribí otro post en donde les contaba de mis primeros pasos al volante ,
lo cual para mi era algo que en el fondo nunca había creído del todo que
pasaría. Simplemente no me veía arriba de un auto, pero mi novio insistió en
enseñarme y este chico todo lo puede conmigo, hasta hacerme enfrentar ese miedo
irracional.
La cuestión es que al mes siguiente me
inscribí en un curso de manejo, y tomé las correspondientes clases con un
instructor. Tuve una interesante charla de concientización vial
y finalmente me presenté ante el registro para comenzar el trámite para obtener
la licencia. Les conté en este post los pasos interminables de ese trámite y que salí con el examen teórico
aprobado.
Finalmente y tomando acopio de valor me
presenté a rendir el examen práctico en diciembre del año pasado, aprobándolo
(gracias a la ayuda y paciencia del que me tomó, seamos sinceros). La cuestión
es que fue un logro impresionante para mí, el cual les relaté en detalle en
este post cargado de emociones.
Ahora ahí no termina la historia. Claro que
aprender y sacar el registro es importante, pero luego viene el practicar. Ahí
hay que subirse al auto y enfrentarse a la calle. Y eso señoras y señores a mi
me ha costado mucho.
Para empezar, a mí el tema del manejo me
seguía motivando bastante poco aunque tuviera ya la autorización de la ley para
hacerlo. Persistía en mí esa idea de que era algo que tenía que practicar, pero
realmente sin desearlo demasiado ni necesitarlo (si al fin y al cabo con el
colectivo iba a todos lados). Y así es como le seguí escapando bastante.
Me encontraba con que pasaban dos meses entre
cada vez que me subía al auto. En cada una de esas ocasiones era un recordar
cómo era todo, ya que la práctica nunca la había agarrado. Era ponerme nerviosa
porque se me paraba el auto, o si me tocaban bocina, o si tenía un auto atrás,
o si entraba mal el cambio. Era estar totalmente rígida y pasarla mal.
Mi novio me decía que me relajara y lo
disfrutara, pero mi contestación es que para mí eso era imposible, que no me
gustaba. El pobre con una paciencia infinita me contenía, y hasta se aguantó
dos ataques de llanto desconsolados de mi parte arriba del auto. Porque se me
paraba y me ponía nerviosa, porque lo vivía como una tortura.
Me decía él que no me preocupe, que tal vez no
era para mi. Que le costaba verme así porque era en el único tema que veía que
estaba trabadísima y me ponía tan mal. Y claro que tenía razón, porque este
tema siempre lo viví con esta sensación interior de que no era para mí.
Por otro lado, imagínense mi frustración
cuando pensaba en esto, porque no quería que me venciera. No quería simplemente
abandonar. Por eso pasaba el tiempo y volvía a agarrar el auto, y otra vez lo
sentía como una tortura terrible. Y me volvía a frustrar conmigo misma.
Sin embargo, me pasó algo que para mí es la
clave de todo: cambié de actitud. Y cuando uno cambia de actitud todo lo demás cambia.
¿Se acuerdan del post de unos días atrás en
donde les hacía referencia a un libro que había leído y al tema de las
vibraciones de los pensamientos? Pueden leerlo aca.
Resulta que después de leerlo me di cuenta de
que si seguía pensando hacia el manejo como hasta ese momento iba a ser
imposible que lo lograra. Realmente lo que estaba vibrando en mi era un “no
puedo”, un “esto no me gusta”, un “esto no es para mi”. Mi frase venía siendo
“voy a intentarlo pero esto es horrible, no me gusta”. Totalmente negativo como
vieron. Y la verdad es que me hizo reflexionar. Me dije que no podía seguir así,
sino que tenía que hacer algo. Y ahí tomé una resolución: iba a disfrutar el
manejar, iba a ser algo que me resultara agradable.
Esos días justo mí novio había estado de viaje
por trabajo, y cuando volvió ese mismo día le dije: mañana vamos a manejar, y
vas a ver que lo voy a disfrutar.
El viernes pasado me dio las llaves del auto.
Ya antes de subirme le dije: “este va a ser un gran día. Hoy voy a disfrutarlo,
me voy a divertir”. Y
me subí cantando al auto “this is fun, this is fun”. Puede darles risa (a mi novio por lo menos le
dio), pero este cantito era para mi como un mantra del que me había convencido.
¿Y saben que paso? Lo
que pasa casi siempre cuando uno decide algo y manda las vibraciones adecuadas
al universo: logra lo que se propone. Y así fue como manejé relajada, pasándolo
bien. Y eso hizo que el auto no se me parara ni una sola vez, que si tocaban
bocina no me importara, que pudiera tomarlo como algo agradable. Y por supuesto
me sentí orgullosa de mi misma, confiada.
Al día siguiente
salimos de vuelta y fui manejando hasta otro barrio bastante lejos, en donde
nos reuníamos con un grupo de amigos. Tomé avenidas transitadas, estuve en
medio de un embotellamiento que me hacía avanzar y parar a cada rato, y aunque alguna vez se paró el motor lo resolví
enseguida y sin ponerme nerviosa. Y también lo disfruté y lo sentí un logro.
Claro que me falta,
que tengo que seguir practicando. Pero pienso hacerlo estando parada en un
lugar diferente. Ahora se que si quiero lo puedo hacer, que yo misma me estaba
auto boicoteando y que no voy a dejar que vuelva a pasar. Que depende de mi el
tomar la situación de una manera positiva.
Quería compartírselos
porque para mi es un ejemplo claro de cómo la actitud es clave para salir
adelante.