Como les prometí en el post anterior, voy a contarles algo que me ocurrió en el aeropuerto de la ciudad de Neuquén, y que sigue causándome risa.
Estábamos ya en lo que era el regreso a Buenos Aires, después de unas lindas vacaciones por la zona de San Martín de los Andes. Habíamos tomado un micro hasta Neuquén, desde donde íbamos a tomar el avión para volver a casa.
Teníamos varias horas de espera hasta el horario de salida del avión, y cuando llegamos al aeropuerto este estaba casi vacío (de hecho, tenía la mayoría de sus luces apagadas, y no había gente todavía atendiendo que nos permitiera despachar el equipaje). La cafetería si se encontraba habilitada, por lo que fuimos a tomar algo y pasar el tiempo.
Al rato se encienden las luces, y si bien todavía faltaba para la salida pasamos a despachar las mochilas. Nos sentamos luego en unos asientos que había por ahí, y en eso al poco tiempo se escucha por altoparlantes:
- Srta. Estela, presentarse urgente en el escritorio principal.
¿que habría pasado? Enseguida me levanté y me encaminé hacia ahí.
Vale comentar que sobre este punto la versión mía y la de mi novio difieren un poco:
Según mi versión: le dije a él que me iba a ver que pasaba, y me dirigí hacia allá.
Según mi novio (que en algún planeta lejano andaba porque nunca escuchó el llamado): salí disparada, cuando se dio vuelta yo me había ido, y estuvo un buen rato buscándome sin saber adonde me había dirigido.
De todos modos, independientemente de la versión que se tomé como válida (la mía, por supuesto), lo cierto es que fui para allá y me hicieron pasar a un cuartito. Me preguntaron:
- ¿lleva usted un cartucho de gas en la mochila?
Y ahí me sentí una terrorista.
El caso es que esta buena gente estaba en lo cierto. ¿se acuerdan que les contaba que teníamos en un primer momento la idea de acampar? Resulta que habíamos ido preparados para eso, y además de la carpa, bolsas de dormir, y demás utensilios, habíamos llevado un pequeño calentador, el cual llevaba un cartucho de gas.
Se preguntaran como no me di cuenta de que no debía llevar esto en la mochila. Ahora se que está prohibido, que es norma bastante básica, bla, bla, bla. La realidad es que hace rato no viajaba en avión, y no estaba muy al tanto de esto. De hecho, yo había partido con ese cartucho de gas desde Buenos Aires, y en el aeropuerto de esta ciudad no me habían avisado que no podía llevarlo. Esto mismo les dije al personal de seguridad. La respuesta fue:
- En el aeropuerto de Buenos Aires no hacen bien las cosas!
Ok. Me quedó claro. La verdad es que algo de razón tenían, porque nadie se había percatado de que llevaba algo prohibido. Y si se habían dado cuenta tampoco les había importado mucho.
- ¿como podemos hacer? - Les pregunté.
Y ahí me hicieron abrir la mochila, entregarles el cartuchito, y llenar un formulario en donde me preguntaban vida y obra. Todo en la presencia de una testigo, por supuesto. Ahí anotaron entonces los datos mas insólitos (creo hasta el grupo de sangre tuve que aclarar). Los míos, los de la testigo, y los de la persona de seguridad que se había hecho cargo del tema. Estuvimos unos cuantos minutos con todo este papeleo.
Salí de ahí y me encontré con mi novio (que andaba buscándome por el aeropuerto). Seguimos entonces esperando a que nos llamaran para abordar.
Finalmente hacen pasar a los pasajeros del vuelo a otro cuarto, desde el cual se veía la pista. Estábamos ya cerca de subirnos al avión. Igual los minutos pasaban, y seguíamos todos ahí sin que nos habiliten para hacerlo. Un buen rato estuvimos (no llegó a una hora, pero casi) y nadie nos daba explicaciones.
Si bien nunca nos dijeron que había pasado que explicara la demora, creo que esta se debió a que estaban esperando un órgano para su traslado a Buenos Aires. Cuando llegó personal medico con una caja rotulada “riñon” habilitaron todo y finalmente subimos a la aeronave. Era sin duda una buena causa, volábamos junto a lo que iba seguramente a significar la vida (o una mejor calidad de vida) para alguien, así que estaba mas que justificado.
Tuvimos un vuelo tranquilo. Si algo me gusta de viajar en avión es cuando se va de a poco descendiendo y los paisajes que parecían tan pequeños van cobrando tamaño, cuando los puntitos se convierten en personas, cuando se ve desde el aire eso tan familiar de la ciudad de uno. Llegamos bastante de noche, así que estaba todo iluminado. ¡Que bella es Buenos Aires de noche y desde el aire!
En Aeroparque nos esperaban mis padres que fueron a recibirnos, y entre anécdota y anécdota fuimos finalmente llegando a casa.
¿les sucedió alguna vez algo parecido? ¿les gusta volar? ¿que es lo que les gusta mas de estar en el aire?