Hace mucho que no escribo en el blog. Dos meses han pasado.
Y unos bastante intensos.
En julio estuvo mi cumpleaños, un día hermoso que pude
compartir con la familia cercana. Lejos de las reuniones multitudinarias con
amigos que solía hacer, pero por lo menos mejor que el año pasado que solo fue
con saludos a través de zoom. Y además con la nena en brazos, que de por si ese
es un regalazo de la vida.
Ese mes también trajo el fin de mi licencia por maternidad.
Esa que pude extender por nueves meses gracias a la excedencia y a usar unos
días de vacaciones pendientes. Fue prepararme mentalmente para el retorno a la
rutina laboral, empezar a hacer adaptación de la nena con abuelos.
Y finalmente el regreso al trabajo en agosto. Muy intenso
todo, así de lleno metida desde el minuto uno. Con cambios porque la empresa
compró a otra, así que en pleno proceso de integración y adaptación mutua. Eso
ya de por si es un esfuerzo que añade complejidad a la tarea diaria. Así que el
primer mes me encontró a full, casi no levantándome de la silla en toda la
jornada. Agotador en extremo, y sobre todo porque estamos ajustando a la rutina
de la nena. El llevarla a lo de los abuelos, levantarnos más temprano, preparar
viandita, cocinar para la semana, etc.
Por otro lado la vuelta al trabajo fue volver a poner la
cabeza en otros temas, un recuperar algo de la vida pre madre. Y eso no es
menor. Así que es un mix realmente, con sus pros y sus contras.
En estos días no hubo mucho tiempo para lecturas, ni para
ver series, ni siquiera para leer blogs. Será cuestión de ir ordenando y
haciendo espacios para eso.
Y mientras tanto la niña creciendo a pasos agigantados. Ya
se para agarrada de los muebles, ya da sus primeros pasos de la mano del
adulto, explora cada vez más, intenta subirse a las escaleras. Es lindo ver
estos avances en ella. Cuando me quiera acordar voy a estar festejando su
primer cumpleaños.