Estábamos a la espera del resultado del nuevo
espermograma de mi novio. Ya les había contado en esta entrada que el primer
estudio así que se había hecho no había dado bien.
El médico nos indicó un tratamiento para
mejorar los valores, y estuvimos en eso durante tres meses. Ese es el tiempo de
maduración de los espermas, una de las cosas que uno aprende cuando aparecen
este tipo de problemas.
Teníamos esperanzas de que la vitamina E y el
polvito reconstructor que le dieron iban a ayudar. Pasado ese tiempo repetimos
el estudio, y fue un nuevo balde de agua fría cuando vimos sus resultados. No
solo no habían mejorado, sino que todavía eran peores los valores. Los tuvimos
el último viernes de febrero. Casualmente ese día se cumplía un año de
perseguir el deseo de ser padres. Si hubiera escrito post en ese momento creo
que iba a ser muy sombrío. Ganas de ponerme a lagrimear como loca no me
faltaban, pero como sé que a él le hace mal el tema porque se siente un poco
culpable, yo debía mantenerme con cierta fuerza, quitarle importancia. El día
que le siguió también tuve ratos de estar bastante triste con el tema. Traté
los días que siguieron de estar mejor, ya que en realidad debíamos llevarle eso
al médico y él es quien nos podía dar un mejor panorama. Traté de poner mi
mente en otra cosa.
Ayer fuimos a la consulta con el médico.
Efectivamente nos dijo que los valores eran bastante bajos. La movilidad que la
primera vez estaba en 18% (cuando debe ser más de 30%) ahora estaba en 3%. Si a
eso le sumamos los temitas de la morfología (que pasaron de un 1% normal a 6%,
pero sigue siendo muy poco), las chances de lograr embarazo por vía natural no
son muy grandes. Nos dijo que yo todavía era joven y tenía buena reserva de
óvulos (una buena tenía que haber!), así que podemos intentar otro tratamiento
para mejorar su esperma antes de pasar a otro método. Así es como lo mandó a
una consulta con un andrólogo (especialidad de la que yo jamás había oído
nombrar). Supuestamente él evaluará con otros análisis a ver si encuentra
alguna causa (aunque la mayoría de las veces parece que no se determina el
motivo) y le podrá dar algún preparado magistral personalizado. Con eso
nuevamente a esperar que haga su efecto en los tres meses que le lleva madurar
al semen, un nuevo chequeo, y ahí veremos cómo seguir.
Le consultamos cual es el siguiente paso si
esto tampoco resulta: una fertilización in vitro. Parece que los tratamientos
de baja complejidad no servirían porque el problema está en el esperma, así que
directamente hay que ir a alta complejidad. Nos dijo que la obra social debería
cubrirnos tres tratamientos de esos. Que aunque mi plan (OSDE 210) es el más
bajo de la prepaga igual debería cubrirlo, solo que no podría elegir en donde
hacerlo ni con que médicos (alguna de mis lectoras de Argentina me puede confirmar
si esto es así?). Nos estuvo contando un poco en que consiste. La verdad es que
me gustaría aferrarme a la idea de que se pudieran mejorar los valores y lograr
lo que queremos antes de llegar a esto, aunque ya decidí que si no hay suerte
intentaremos por ese lado.
En fin, hay alternativas y posibilidades, no
todo está perdido. No puedo evitar un sentimiento de impotencia y cierta rabia.
No hacia mi pareja que no tiene la culpa tampoco, pero si a tener que pasar por
todo esto. No soy la única, claro. Muchas de quienes leo a diario lo han
vivido, con mejores o peores resultados. Algunos de mis blogs amigos son de
grandes luchadoras que llevan conviviendo con todo esto desde hace años. Las
admiro, yo llevo uno y a veces siento que la desesperación me invade. Otras estoy
mejor, trato de concentrarme en las cosas positivas, en todo lo que si tengo.
En mi trabajo hay varias embarazadas en este
momento y justo un compañero me dice hoy junto a la máquina de café un “cuidado
que es contagioso” en tono jocoso. De mi boca salió un “ujumm” y me retiré
enseguida, sabiendo que si me quedaba un ratito más me ponía a llorar. Como
explicarle que si me contagiara eso sería lo mejor que me podía pasar? Como
decirle que deseo eso con todo mi corazón? Que si fuera por mí eso habría pasado
hace ya un año atrás. Que hoy no estaría sirviéndome un café en la oficina sino
dándole besitos a mi bebé. En fin, nada de esto le dije y me fui de ahí, pero
son sentimientos con los que estoy lidiando.
Sé que tengo mucho que agradecer, que estoy próxima
a vivir un día muy especial con el casamiento, que tengo la suerte de tener
junto a mí a alguien que adoro, y que espero que seamos fuertes para pasar
todos estos obstáculos juntos.
Me siento igual con las energías dadas
vueltas, desalineadas. Empecé hace poco yoga como búsqueda de enfocarme un
poco. En este mismo sentido fui durante febrero a dos sesiones de reiki que me
hicieron bien.
A tener paciencia, a ser fuerte y aceptar lo
que la vida traiga, de la mejor manera posible. Que Dios me de fuerza para
ello. En eso ando, intentando fluir.