Hace rato que vengo viendo blogs maravillosos en los que veo preciosas creaciones de todo tipo. Hay mucha creatividad dando vuelta, mucho talento. Me encanta ver esto, y al mismo tiempo me da un poco de envidia (sana, eh!) porque siento que yo no se hacer nada de todo eso. Que no se coser, ni reciclar, ni hacer bonitas cosas con crochet, ni pintar, ni hacer ninguna manualidad.
Un poquito inspirada por todo esto es que me dieron ganas de incursionar en el arte, de aprender a hacer algo que desarrolle un poquito mi lado creativo. De chica disfrutaba dibujar y pintar, aunque lo hacía sin haber aprendido (mas que en las clases de plástica que tenía en el colegio). Se me ocurrió entonces buscar un taller de arte, algún lugar donde me enseñen un poco, para descubrir si está por ahí el talento (o por lo menos sacarme las ganas y darme cuenta que efectivamente soy un zoquete para estas cosas).
Como soy cómoda (y porque sino sabía que iba a ser muy difícil de mantener en el tiempo) quería algo cerca de casa. Estuve como un mes buscando y finalmente encontré un lugar a una cuadra y media de casa. ¡Genial! Es un lugar chiquito del que no había reparado antes porque es una cuadra por la que mucho no transito. Por suerte los miércoles tenían un horario que se adaptaba a mi (de 20 a 22hs, antes por el trabajo se me complicaba) así que ayer fue mi primer clase. Tal vez no era el mejor día porque como les conté en el post anterior tenía los patos medio volados, pero igual empecé como había acordado con la profesora.
Como les decía, el lugar es pequeño, y conmigo éramos cinco alumnas. Para cada uno la profe colocó un caballete, y después la clase fue muy individual porque cada una se dedicaba a hacer un trabajo diferente, con técnicas y materiales distintos.
Una de mis compañeras estaba haciendo un cuadrito con óleo, otra trabajando en un dibujo de una pareja copiado de una foto (el cual sombreó con tiza y quedó bastante lindo), y las demás estábamos dibujando tomando de modelo una composición de objetos. A mi me tocó intentarlo con una en la que ya estaba trabajando otra de las chicas. Eran una cajita, un frasco y una pirámide sobre un banquito. Un poco aburrido, pero entiendo que hay que empezar por este tipo de cosas.
Para empezar me explicó que debía ver las proporciones, supuestamente ayudaba medir de alguna manera tomando de referencia el lápiz, para trasladar eso a la hoja y ubicar los objetos. Para mi esta parte era sumamente difícil, no me hallaba con eso, así que terminé haciéndolo medio a ojo y después con sus indicaciones ajustándolo un poco. Es que no tengo paciencia para eso me di cuenta (puedo pasarme tres días ubicando mil piezas de un rompecabezas, pero me puede esto de las dimensiones y medidas).
A mi me dio la impresión de que era una porquería lo que había hecho, pero llegado un punto coincidimos en que mas o menos estaba y que íbamos a empezar a sombrearlo con las carbonillas. Ahí me di cuenta de que no tenía idea de como usarlas. Según la profesora el problema es que eran bastante finitas (me pidió que para la próxima consiguiera unas mas gruesas). Lo cierto es que estaba quedando horrible. A la chica de al lado le estaba quedando bastante bien (me consolaba diciéndome que esta ya era su quinta clase).
Como pasaron las dos horas dejé mi obra maestra inconclusa y para seguir el miércoles que viene. Mi novio me preguntaba si después la voy a llevar a casa. Claro, voy a llevarla y usarla para el fuego del asado, para otra cosa no sirve.
De todos modos se que fue solo mi primer clase (¿que esperaba yo? ¿hacer un cuadro como Picasso el primer día?) y seguramente iré mejorando. También es cuestión a acostumbrarse a dibujar parada frente al caballete (me pareció bastante incomodo, y ya después de un rato me dolían las piernas).
Tal vez algún día pueda sacar una foto como la que acompaña este post (que ya habrán adivinando que no es mía, ¿no? Lo que yo hice está bastante lejos de ese dibujo y sería inmostrable por ahora)
Ya les iré contando de los progresos (¡si es que los tengo!)