Una semana movidita y
difícil.
A nivel trabajo porque
se plantearon cambios físicos dentro de las oficinas que todavía no están tan
claros pero se estima que no son para mejor precisamente. Parte del sector
(entre ellos yo) pasaría a otro lado, un poco más expuesto porque es todo
vidriado, rodeado de los jefes, más alejado del resto. En fin, nada alentador. Pasé
de sentimientos de angustia por eso a tratar de tomármelo con filosofía y dejar
que se den las cosas como deban darse. Al final hay más rumores que
definiciones, y lo definitivo en realidad termina variando cada dos minutos,
así que no quiero preocuparme ahora. Además de eso que ya casi que termina
pareciendo anecdótico hubo movidas varias, ajetreo ante noticias
macroeconómicas que se veían venir, y un clima raro y tenso. Hubo el quedarse
más terminando de definir escenarios de presupuestación, que por los últimos
acontecimientos del país terminan siendo totalmente inciertos y hasta
obsoletos, aún los más pesimistas. Habrá que seguir trabajando en esto y ver qué
pasa, ya se están analizando los posibles cambios en las variables.
A nivel país con
noticias que asustan. Desde hace días que acá no se habla más que del dólar, la
inflación, las restricciones, los recortes. Las noticias que son tapa de diario
hoy ya en las altas esferas de mi trabajo se sabían, con fecha y todo. Lo que
se dicen que viene me da miedo, pero habrá que hacerle frente y esperar que
pase. Todo son ciclos aquí. En mis 33 años ya vi algunos, pero los anteriores
me tocaron más chica, tal vez con menos conciencia de ellos. Los más grandes ya
lo vieron ir y venir tantas veces que están acostumbrados. Cada diez años más o
menos que nos caemos en el pozo, y después de a poquito salimos, ya se vuelve
algo recurrente parece. O no aprendemos de la historia o nos gusta repetirla
(medio masoquistas somos creo yo). Ojalá mi querida Argentina pueda sostenerse
fuerte y no caer en fases y hechos que terminan provocando tanta desestabilidad
en sus habitantes. Eso es lo que quisiera. Será que me agarró un poquito
agotada por la época del año, los calores extremos (ayer con sensación térmica
agobiante de 47 grados), los cortes de luz (de los cuales por suerte pude zafar
bastante, aunque ayer estuvimos en casa sin energía por varias horas), y es que
estos días me encuentro luchando por tener mi optimismo de siempre.
Pero aunque me cueste
lo voy a lograr. Hoy no quiero concentrarme en los cambios en el trabajo sino
alegrarme porque tengo uno. No quiero pensar en cómo los ahorros se devalúan
sino en que a pesar de todo algo puedo ahorrar. No quiero pensar en corridas de
dólares, ni en devaluaciones, ni en crisis recurrentes. Hoy quiero concentrarme
en que ya tengo la valija armada y me voy una semana a la montaña, lejos de
todo eso. Las vacaciones son de lo más oportunas para despejar la mente. Para
llenarla un poco de naturaleza, de sol, de risas.
Así que allí voy, las
vacaciones me esperan. Mi blog se cierra por unos días, pero a la vuelta abrirá
con energías renovadas. Arrivederci.