Algo que tiene de bueno mi blog es que se
convierte en una especie de diario de vida que puedo releer cada tanto. Allí
están plasmados pensamientos y sentimientos, es un poco la foto de quien era en
el momento en que lo escribí. Que estaba pensando en ese momento, que estaba
esperando.
Con intenciones de escribir sobre la “Carta de
los deseos 2018”, ejercicio que hice hace un par de días, me remití al post quehice el año pasado. Allí les contaba de lo que esperaba que fuera el 2017, de
como quería que transcurriera. A pocos días estoy de leer aquella carta (la
idea es abrirla el 31/12), pero ya el solo hecho de leer lo que había puesto en
el post me gustó. Es que aunque no se tiene la bola mágica, creo que hay cosas
que uno puede establecer con su intención. Por lo menos el cual va a ser la
actitud de uno ante lo que se presenta, el plantearse objetivos para
cumplirlos.
Les transcribo algo de lo que puse en esa
ocasión:
“Esta
vez hablé de un tiempo de crecimiento, de haber aprendido a soltar y a dejar
fluir las cosas. De haber dejado actuar al Universo, de haber disfrutado con lo
que teníamos. De prosperidad y abundancia, de amor a montones, de compartir, de
viajar y descubrir nuevos lugares, de maravillarme con la vida, de tranquilidad
laboral, de poner lindo el hogar, de compartir con la gente que uno quiere, de
salud perfecta, de felicidad, de sorprenderse, de hacer algo por los demás, de
sentirse uno con el Universo, de confianza, de bendiciones.
En algunas cosas tal vez
fui menos precisa o descriptiva que en la carta anterior. Pero ha sido
deliberado, ya que he pedido que llegue lo que tenga que llegar. He pedido
aceptación por lo que es en cada momento. He querido soltar un poco algunas
cosas, quitarles el foco y dejar que el Universo actúe. Si algo tiene que ser
para mi en un momento, va a encontrar su camino. Creo que esto es lo más
importante que pienso hacer este año, dejarme llevar y estar bien con lo que
traiga. No ponerme mal por lo que no hay, sino estar llena de gratitud por lo
que si tengo. Y eso es mucho.
He delineado un gran
año. Confío en que así será.”
Me alegra ver que estos propósitos los he
cumplido en gran medida. Sobre todo en
cuanto a la actitud de dejarme llevar y estar bien con lo que el Universo
traía, sin ponerme mal por lo que no estaba sino apreciar las cosas buenas.
Quienes me leen hace rato saben que uno de mis
deseos es convertirme en madre, y que llevo casi tres años sin lograrlo. Por
temas médicos en parte, y supongo que en gran medida porque los tiempos que
Dios tiene no son los nuestros y eso hay que aceptarlo. Las cosas tienen su
momento para suceder, y uno tiene que tener esa esperanza pero no querer
forzarlo. La cuestión es que durante 2016 siento que sufrí bastante por esto. Derramé
más lágrimas por algo que en definitiva no estaba a mi alcance cambiar. Y yo
quise cambiar la actitud, ante la misma situación tomarla de otra manera. Darme
cuenta de que si así son las cosas por algo será, que no tengo que perder la fe
pero que de nada vale sufrir en el mientras tanto. El dolor es real pero el
sufrir es opcional. Que hay tantas otras cosas bonitas por las que agradecer y
ser feliz, que tenía que dedicarme a disfrutarlas.
Así fue como nos imaginamos nuestro primer
viaje a Europa y lo hicimos realidad. La parte de viajes del año creo que con
eso está más que cubierta, aunque también hemos hecho algunas pequeñas
escapadas cercanas, de esas que hacen tan bien para cambiar de aires. Agradezco
a la vida por esto, por los lugares conocidos, las experiencias vividas. Me he
maravillado y disfrutado, y eso es lo que yo quería.
La parte de ir poniendo lindo el hogar también
la hemos cumplido en parte. De a poco porque todos los ambientes juntos no se
puede, pero hemos pintado la cocina a mediados del año y ha quedado bonita.
También arreglado un poco la decoración del living, con un collage de
portarretratos que me encanta y un nuevo sillón que por suerte anda escapándose
a las uñitas de mi gato. También hemos hecho algunas reformas en nuestro
cuarto.
Ha habido tiempo de compartir, de juntadas con
familia y amigos, de sentirse querido.
En fin, no puedo quejarme. Creo que el 2017 se
ha portado bien conmigo.
Ahora sí, vuelvo al tema del ejercicio de
escribir la “carta de los deseos”. Implica hacerla en presente como si las
cosas se hubieran dado, y agradecer por ellas. Es una descripción de esas cosas
que queremos que estén presentes en ese tiempo. Con un sobre bonito, con un
papel también que nos guste. Y a fin del año, el 31/12, leerla.
Me tomé un rato para ir a un bar y escribirla.
No fue muy larga esta vez, pero en definitiva hablé un poco de continuar con
esta actitud, de seguir viajando, de estar bien, de crecimiento, de
sorprenderse con la vida, de estar abierto a recibir bendiciones. He decretado
que el 2018 va a ser un año feliz. Esa es mi intención.
¿Han hecho alguna vez este ejercicio? ¿Les
gustaría intentarlo?
Les deseo un gran año, lleno de alegrías.