Ya les fui contando de los sitios adonde viví a lo
largo de mi vida. Les relaté en las primeras tres entregas de esta serie sobre
aquellos lugares anteriores a mi casa actual, incluyéndoles algunos recuerdos
de cada uno de estos sitios.
Mi quinta mudanza me llevó entonces a donde estoy
ahora. Es una casa en la que me siento bastante confortable. Cuando la
adquirimos lo hicimos gracias a la ayuda de mi padres, y con la idea de que la
familia podía crecer en algún momento no tan distante. Les decía que eso estaba
en los planes con quien en ese momento era mi novio. Por eso aunque la casa era
grande para nosotros dos solos, se pensaba que el mayor espacio y el tener un
cuarto adicional podía venirnos bien luego. En fin, esa era la idea.
La casa estaba en bastantes buenas condiciones, aunque
igual hubo que hacerle algunos arreglos y modificaciones. Se le cambiaron los
pisos en las habitaciones (que antes eran todos con alfombra, lo cual me parece
poco práctico y difícil de limpiar), se arreglaron temitas de humedad, también
filtraciones en el techo (que por ser de tejas a cada rato hay que hacerle
algún mantenimiento a decir verdad), se pintó toda (poniéndole colores a unos
cuantos ambientes). Pasamos fines de semana enteros pintando y arreglando. Nos
llevó como un año, pero finalmente estaba lista para que nos mudáramos.
Si bien estábamos cerca del departamento donde
vivíamos (a tres cuadras, por lo que ni cambiábamos de barrio), decidimos
contratar una empresa de mudanzas (la vez anterior habíamos ido llevando cosas
en muchos viajes, mas a pulmón), y la verdad es que fue lo mejor que pudimos
haber hecho, porque todo fue bien embalado, se hizo muy rápido, etc.
Los primeros días nos parecía un sitio muy grande. En
realidad lo es, solo que uno se acostumbra luego. Mis amigas siempre me
preguntan cómo hago para limpiarlo (sobre todo porque no tengo a nadie que me
ayude, lo hago yo). Y la verdad es que tampoco es que se ensucie tanto, me las
arreglo bien.
Tengo un patio con plantas (que se cuidan solas, la
verdad es que sigo olvidándome de regarlas y cuidarlas, por suerte la
naturaleza me da una mano), un amplio living, una cocina también grande, y un
segundo piso en donde están las habitaciones. Ya subir y bajar escaleras se
hizo normal y habitual.
Con quien era mi novio llegamos a convivir en este
sitio un año más o menos. Luego se dio todo lo que ya les conté en el primer
post del 2013: decidimos separarnos y seguir caminos diferentes. Se fue él de
la casa que compartíamos, y comenzaba entonces mi primera experiencia de vivir
sola.
Por suerte, como ya saben quiénes me leen hace rato,
todo el proceso post ruptura lo llevé muy bien, así que esto último no fue
problemático. Arreglé todo más a mi manera, y la verdad es que la casa se ve
más ordenada desde que no están sus cosas. Le puse algunos adornos nuevos (como
los distintos vinilos que ya también les fui mostrando en diversas
oportunidades), y en definitiva adapté un poco el sitio.
Hoy en día lo comparto con mi gatito Ciro, a quien
también conocen porque no puedo dejar de sacarle fotos y compartir las
travesuras que hace. Este minino es un lindo compañerito, que me hace reir.
Cada vez que llego viene contento a recibirme, a hacerse mimos o jugar. Su
presencia se nota en toda la casa.
Lo que me deparará el futuro no lo sé. La idea de
formar una familia y que la casa sirva para ella es algo que no está
descartado. Por ahora vivo lo que se me presenta, la disfruto de esta manera.
Voy dejando fluir las cosas, dejando que la vida me sorprenda a cada rato. Dicen
que “el hombre propone y Dios dispone”. Por eso aunque algunos planes no se den
como esperábamos, se nos presentan a su vez otros que también nos llevan a
sitios lindos. Diferentes caminos, otros tiempos, pero la vida nos ofrece
siempre oportunidades. Nos hace crecer, nos regala nuevos sueños. Nos vuelve a
ilusionar, nos obliga a volver a barajar las cartas.
Esta es la historia transcurrida de los sitios adonde
he vivido. El presente me encuentra aquí, feliz, contenta, reescribiendo
algunas cosas, pero sobre todo disfrutando de la vida, agradeciendo lo que me
da. Mi presente es lindo, y como bien me han dicho: “lo mejor está por venir”.
¿Les gustó la historia de mis mudanzas? Recibí en los post anteriores lindos mensajitos sobre el relato, y me contaban que los fue atrapando. Realmente me alegra, gracias por leerme. ¡Y buen viernes para todos!