Pintura hasta en la cabeza

Ayer me pasó algo gracioso.

Resulta que hace unos meses mi novio me había regalado unas cajitas de madera para pintarlas, con algunas pinturas para hacerlo. Esto lo había hecho porque mi cuñada un tiempo antes me había regalado una cajita pintada por ella (muy linda, con un mandala en la tapa) y a mi se me ocurrió mencionar que me había parecido divertido eso de pintarlas.

La realidad es que como yo no soy muy artista que digamos (cada tanto tengo algún momento de inspiración, pero no ocurre frecuentemente), todo esto había quedado en su bolsita y olvidado en el fondo de un placard.

Ayer sin embargo cuando llegué del trabajo me sentí con ganas de dedicarme a esto, asi que después de tomarme unos mates puse un papel de diario sobre la mesa, desparramé ahí los pomitos de pintura, agarré el pincel y me puse manos a la obra.

Estaba en eso entretenida cuando llegó a casa mi novio, y se ve que le contagié un poco las ganas de hacer manualidades porque enseguida quiso ayudarme (y debo admitir que la cajita que él pintó quedó mucho mas linda que las dos que yo hice).

Hasta acá todo normal, todo tranquilo. Hasta que mi novio agarró el pomito de pintura verde, y ahí vino el desastre. No se dio cuenta de que este conservaba todavía un taponcito plástico que cubría la zona por donde debía salir la pintura (los otros también lo habían tenido, pero como ya se habían usado yo se lo había sacado). La cuestión es que apretó tan fuerte para que saliera (y el tapón puso resistencia) que terminó rompiéndose el pomo, y la pintura saliendo para todos lados. Cabe aclarar que saltó pintura verde de la misma manera que se veía en las películas el pozo de petróleo en descontrol. O sea, se desparramó para los lugares mas insólitos que uno pudiera imaginar. Terminé con pintura hasta en la cabeza (totalmente cierto, lo juro!), por supuesto que arriba de la remera que estaba usando (la cual salí corriendo a limpiar bajo el chorro de agua pero para mi lamento debo decir que no terminó de salir la mancha principal, así que está arruinada), y en otros lugares como la mesa, el piso, las sillas. Mi novio claro que también terminó lleno de pintura.

La verdad es que salvo la pérdida de mi remera (que tanta gracia no me da ya que me gustaba), la situación fue muy cómica.

Y como en las mejores fábulas, aca va la moraleja del caso:

“cuando se decidan a hacer manualidades con pintura usen siempre ropa con la cual no tengan problema si se manchan, y verifiquen que el tapón no este colocado antes de apretar el pomito”