miércoles, 27 de noviembre de 2019

El Paseo de los Colorados

Luego de haber pasado la mañana en las Salinas Grandes nos dimos el tiempo de recorrer el pueblo de Purmamarca. Es pequeñito, pero tiene muchos negocios de artesanías bien coloridos, una simpática plaza, y el privilegio de estar al pie del Cerro de los Siete Colores.

Lo que más me gustó igual fue el paseo que nace justo detrás del pueblo, conocido como “los colorados”.

Es justamente este color el que se aprecia todo alrededor. En muchas tonalidades distintas, es un paisaje conmovedor.

Paisaje mágico
Se puede hacer caminando ya que tiene solo 3 km, y recorrerlo lleva alrededor de una hora o menos. Nos paramos a contemplar los cerros, y nos subimos a un par de miradores que tenían vistas preciosas. Naturaleza en estado puro.

El sendero pasa por detrás del Cerro de los Siete Colores, zigzaguea y siempre se presenta plano, sin desniveles. Es de ripio, árido y con poca o escasa vegetación rastrera.

En uno de los miradores. El viento me volaba el gorro
Es un camino precioso, accesible, y que vale la pena disfrutar.
Miren el tamaño de la gente en el camino, en comparación con el paisaje. Pequeños en la inmensidad roja.
Luego de la caminata paramos a tomar un refresco en el pueblo, y nos dedicamos a seguir paseando por allí. Fue un buen cierre para la semana norteña, una escapada que nos ayudó a renovar energías para lo que queda del año.



Esta es desde un mirador, atrás el Cerro de los Siete Colores.

jueves, 21 de noviembre de 2019

Las maravillosas Salinas Grandes

Hoy les traigo un rinconcito del norte que realmente me gustó mucho. Había ido allí hace diez años, pero en esta ocasión lo disfruté mucho más.

Las Salinas Grandes quedan cerca de Purmamarca, pueblo en el que estábamos parando. Se trata del tercer salar más grande de Sudamérica con una extensión mayor a las 12 mil hectáreas a cielo abierto. 

Vistas de la Cuesta del Lipán
El trayecto nos hace atravesar pequeños caseríos, llegando a la sinuosa Cuesta del Lipán. Por allí se asciende hasta los 4.170 metros sobre el nivel del mar, para luego volver a descender y llegar a las salinas. 
El camino en sí nos regala hermosas vistas. Sobre todo me gustaron los miradores desde los que se veían las curvas y contracurvas ya recorridas. 

Muñecos de sal
Para ingresar a las salinas se debe ir acompañado de un guía de la localidad. Por un precio económico se suben con uno al vehículo, dan una explicación interesante sobre la formación de la sal, la extracción de este mineral, y otras curiosidades del lugar. También hacen un poco de fotógrafos, permitiendo guardar un bonito recuerdo del paso por este sitio.
Por los vientos había algo de tierra cubriendo el suelo de la salina, pero nos contaban que luego de la época de lluvias estas se vuelven completamente blancas. De todos modos el paisaje es muy especial, son kilómetros de extensión de sal. Algo bastante único de ver.
Vimos las piletas de extracción, y también unos ojos de agua turquesa.
Se recomienda usar sombrero y lentes de sol para proteger la vista.
Nos quedamos un rato sacando fotos y disfrutando del paisaje. Luego volvimos por el mismo camino y nos dedicamos a recorrer el pueblo de Purmamarca, famoso por su cerro de siete colores.

¿Han estado por la zona? ¿Les gustaría conocerla?

miércoles, 13 de noviembre de 2019

Del finde pasado no voy a hablar

No, de este fin de semana que pasó mejor no hablar. Y es porque me lo he pasado en cama con bronquitis. Así que no hay mucho que decirles más que en vez de disfrutar de los bonitos días de sol, me quedé encerrada y acompañada por pañuelos y antibióticos. Un horror.

Un poco mejor estoy a estas alturas, aunque ando lidiando con las contraindicaciones de los remedios. Es que lo que arregla una cosa desbarata otra, a la tos y dolor de garganta le sumé temas estomacales. Y las obligaciones laborales me impidieron seguir de reposo, son días bastante movidos.

De lo que si quiero hablarles es del fin de semana anterior, ese con el que comenzamos el mes de noviembre. Porque ahí compartimos lindas actividades y en buena compañía.

Fuimos con una amiga y su familia a la actividad de “La Noche de los Museos”, que se hace una vez al año y ya lleva quince consecutivos. Cada vez con nuevas propuestas y más sitios que participan. Hay mucho para elegir, y todo se llena de gente.
En esta ocasión mi amiga sugirió ir al “Centro Ana Frank Argentina”. Me pareció genial porque es relativamente cerca de casa y nunca había ido. Aquí se recrean los espacios en los que vivió Ana Frank durante la época en que tuvo que esconderse. La casa original en Amsterdam no la habíamos visitado durante nuestro viaje a esa ciudad porque era un mundo de gente. Así que fue interesante verla aquí recreada. Los espacios eran pequeños, y la hija de mi amiga, que tiene 6 años, en un momento de la visita dijo “mamá, esto no me gusta”. La madre le replicó que seguramente a Ana tampoco le gustaba. Y da que pensar, ¿verdad? Ya que la niña no soportaba estar ahí unos minutos, mientras que Ana y su familia pasó casi dos años ahí escondida, con el temor de ser delatados, cuidando no hacer ruidos. En fin, una historia trágica que por supuesto no fue la única de ese momento.
El museo incluye también una sala con una línea de tiempo en donde se explica la situación de Alemania, el como se desarrolló el nazismo, y otra serie de hechos que impactaron en la vida de esta niña como en la de tantos otros.

A su vez hay un paralelismo con lo que fue la dictadura en Argentina, compartiendo algunas formas de actuar del régimen nazi. Un espacio para reflexionar y que recomiendo conocer.

Más tarde nos dirigimos al centro y participamos de una serie de juegos que se había preparado para los niños, con música y luces. Estuvo muy lindo, cerramos el día con una cena tardía por la zona.

El domingo tocaba madrugar ya que habíamos sido invitados al acto de cierre del año del jardín donde va el ahijado de mi marido. El nene ya tiene tres años, y es la tercera vez que vamos. Es un honor para nosotros, ya que los padres siempre nos hacen extensiva la habitación, incluyéndonos en el círculo íntimo de la familia. Es bueno compartir estos momentos.
Vimos a todas las salitas del jardín actuar. Los más pequeños bien perdidos, los más grandes con un poco más de coordinación. Pero igual surge algo divertido, en donde se comparte la emoción de las familias de los actores.

¿Cómo están ustedes?

martes, 5 de noviembre de 2019

Tilcara y Humahuaca

Retomo el blog luego de unos días de ausencia, y lo hago adentrándome en la pintoresca Quebrada de Humahuaca. Este fue el destino al que nos dirigimos luego de recorrer la zona de Cafayate, en la provincia de Salta.

Después de algunas horas de viaje en auto llegamos a Tilcara, en la provincia de Jujuy. Aquí almorzamos un plato típico de la zona y dimos una recorrida rápida.
Es un pueblo pequeño pero creo que ha crecido bastante desde la última vez que estuve allí, unos diez años atrás. Llegamos enseguida a la plaza principal, que es donde funciona una feria artesanal de lo más colorida. Muy cerca de allí se encuentra la iglesia Nuestra Señora del Rosario. En los alrededores hay un par de museos, y varias tiendas y restaurantes.

A tan solo 1 km del pueblo se encuentra el Pucará, que es un yacimiento arqueológico muy importante.

El pucará fue una defensa y asentamiento de los habitantes precolombinos de la quebrada. Fue instalado en una zona estratégica por el cruce de antiguos caminos, desde donde se podía vigilar y controlar los accesos a diferentes regiones del noroeste.

Lo visitamos acompañados de un guía de la zona, que nos dio explicaciones muy detalladas e interesantes. Fue lindo recorrer las ruinas, algunas de ellas reconstruidas. Y también aprender sobre la historia y la cultura de sus habitantes de antaño, pero también de su población actual. Nos llamó la atención conocer como algunas costumbres siguen vigentes aún en estos días.


El paisaje es lindo de ver, en elevación se cuenta con unas vistas maravillosas, en donde predominan los cardones.

Muy cerca del pucará se encuentra el jardín botánico, que tiene una amplia colección de plantas que crecen las alturas de los cerros y La Puna. 

Iglesia de Tilcara
De allí nos dirigimos a Humahuaca, otro típico pueblo de la Quebrada. Se encuentra cerca de los 3.000 metros de altura, rodeado de cordones montañosos.
Llegando a Humahuaca
Uno de los atractivos es el Monumento a los Héroes de la Independencia, construido para conmemorar a los pobladores del norte que lucharon en la guerra por la independencia. El monumento está compuesto por una larga escalinata de piedras que culmina en el grupo escultórico de bronce. Desde el monumento se aprecia una hermosa vista del pueblo.
Otros de los lugares muy visitados es el mercado artesanal donde se ofrecen diferentes productos como recuerdos, prendas de lana, productos regionales, etc…
Vista desde el monumento
De aquí nos dirigimos a Purmamarca, pueblo en donde teníamos reservadas dos noches en una preciosa hostería.