lunes, 30 de diciembre de 2019

Se va el 2019


Estamos llegando a los últimos momentos del 2019. Transitando el último día laboral del año, en una oficina que está realmente vacía. En todos los sectores falta gente, se han tomado este día de vacaciones o con algún permiso. Y somos poquitos los que aquí seguimos frente a nuestras computadoras. El ambiente está relajado, y realmente espero que se iluminen con algún pequeño brindis y autorización para salir antes del horario. Todavía no han dicho nada al respecto, pero así fue el lunes pasado, así que no pierdo mis esperanzas.

No me he puesto a hacer demasiados balances este año. Tuvimos lindos viajes por los que agradecer, la alegría de ver como mi hermano se asentó un poco al mudarse con la novia, algunos arreglos en la casa, momentos de tensión por temas políticos y económicos del país, algunas corridas laborales relacionadas con lo anterior. Pero a pesar de  estos últimos temas que empañaron un poco el panorama,  me quedo con la sensación de que fue un buen año.
Para el que viene no me he puesto propósitos. Más bien el ir dejando fluir las cosas. Que todo vaya llegando libremente, tener optimismo y fe.

Espero que empiecen muy bien el 2020, que traiga muchos momentos de felicidad. 365 oportunidades, un libro con páginas en blanco para escribir una linda historia de vida.
¡Feliz año! Gracias por pasar por este espacio.

jueves, 26 de diciembre de 2019

Tiempo de juntadas y celebración

 Estas fechas son movidas. De encuentros, de salidas, de comilonas. Es así, parece que uno activara todos los compromisos sociales al mismo tiempo. Los días pasados no fueron la excepción.
Una de las juntadas que más disfruté fue con un grupo de amigos con los que a estas alturas del año aprovechamos también a festejar un par de cumples. Así que le damos el cierre al año que se va soplando velitas y disfrutando de un día al aire libre, de asado y relax. Este año faltó la pileta porque el clima estaba particularmente fresco ese día.

También tuve la fiesta de la empresa. Fue en un salón por Puerto Madero, y estuvo bastante linda. A puro baile, dolían los pies al final.

Para nochebuena la reunión fue en casa, solo con mis padres y mis suegros. Fue tranquilo pero igual estuvo bien. La noche estaba hermosa así que pusimos la mesa en el patio. No fuimos los únicos, se escuchaba a los vecinos de ambos lados que habían hecho lo mismo.

El día anterior lo había visto a mi hermano, compartimos unos mates y charla en su casa.

Hoy voy a comprar unos regalitos, se vienen un par de cumples más estos días.

¿Cómo los ha agarrado esta época? ¿Muchos festejos?

jueves, 19 de diciembre de 2019

Pasan los años, pero las fotos quedan

Andaba con ganas de comprarme un scanner fotográfico, sobre todo pensando en los álbumes de fotos viejos, de la era pre digital.

La idea de rescatar un poco esas imágenes, de tenerlas más presentes, me atraía.
Yo con un par de meses de nacida
Los álbumes de mi niñez los tengo en casa. Un día me los traje desde lo de mis padres. Según mi madre “se las robé”, pero eso es relativo. Ellos no las miraban nunca, yo quería armar un video para el día del casamiento con algunas imágenes de esos años. Y una cosa llevó a la otra.
Mirando al conejo con tambor
La cuestión es que me decidí y compré el scanner. Ayer pasé a retirar la caja, ya que había hecho la compra por uno de los sitios de internet que acá funcionan. El embalaje era bastante grande, así que tuve que arreglármelas para viajar en el colectivo con semejante paquete. Cuando lo abrí en casa por supuesto la caja original era más chica, o sea que el resto era más por protección en el envío que otra cosa.

Instalé el software para escanear, y ahí me puse a hacer algunas pruebas.

¡Que lindo reencontrarme con estas fotos! En esta primera tanda aparecen algunas del año de mi nacimiento. Bien retro, ya han pasado 39 años de esto.


Me causan gracia en las que estoy mirando al conejito con el tambor. Parece que ese era un juguete que me gustaba bastante apenas nacida, que lo miraba con mucho interés. En alguna foto hasta pareciera que con algo de miedo también.

Les comparto también una en la que estoy con mi mamá a principios de 1983. Allí ella estaba embarazada de mi hermano aunque no se nota por la ropa y la pose. Estábamos junto a un río, me pareció muy simpática.

También quise rescatar ayer algunas con mi hermano. Una es en la cama del hospital, el día que nos lo llevábamos a casa. Y otras de unos meses después. Son muy tiernas.
Creo que me voy a divertir bastante con todo esto en los meses que siguen. Mi idea es armar algún fotolibro para regalarle a mis padres, diseñado con fotos de estos años. Es un proyecto para el 2020.
Acá nuevamente yo. Tenía 1 mes
¿Son de ver fotos viejas? ¿Las tienen en papel o han digitalizado?

jueves, 5 de diciembre de 2019

Los libros de noviembre

 Aprovecho un ratito de tiempo para ponerme al día con los post de libros.
Aquí los leídos en noviembre, un mes muy fructífero para este tema:

Zona peligrosa, de Lee Child.
Llegué a este libro por recomendación de mi marido. Es una historia de acción, en donde nos presenta a Jack Reacher, un ex militar que vagabundea por Estados Unidos tras algunos meses de haber dejado el ejército. Es una persona de lo más entrenada y con recursos, los cuales tiene que aprovechar cuando es arrestado en la ciudad de Margrave, acusado de asesinato. Se verá obligado a demostrar su inocencia, y sale a la luz que en esta ciudad nada es lo que parece.

Lo que no nos contaron, de Marc Levy.
Es una bonita historia, en donde una mujer y un hombre que no se conocen reciben cartas anónimas cuyo propósito es informarles que su madre tuvo un pasado criminal. Ambos son citados en un bar de pescadores de Baltimore. Los protagonistas se encuentran y deben desentrañar juntos un misterio del pasado que abarca a tres generaciones.

Morir en el intento, de Lee Child.
Otro libro cuyo protagonista es Jack Reacher. En esta ocasión tras ayudar a una joven con su muleta se encuentra con una pistola que lo apunta. Es encerrado junto a la desconocida en una furgoneta. Han sido secuestrados y deben descubrir el motivo y ser astutos para sobrevivir.
Esta historia me resultó más aburrida, en parte porque el personaje era demasiado experto y lleno de aptitudes para salir de las situaciones más inverosímiles. Tanto que me sonaba todo a exagerado.

La sonrisa del claro de luna, de Julien Aranda.
Es una historia bastante tierna, en la que nos cuenta de la vida de Paul Vertune. Nacido de una familia agricultora en Francia, en donde no había más expectativas que labrar el campo de sol a sol. Pero el joven Paul es un soñador, lo cual lo lleva a ser rechazado por su padre.
Decide irse a recorrer el mundo, sin dejar de lado su optimismo.
Las fases de la luna nos van marcando su vida. Se hace marinero, se casa con su gran amor, tiene su familia, y va dejando reflexiones sencillas. Es una novela que me atrapó.

La hija del relojero, de Kate Morton.
Me encanta esta escritora, sus historias siempre las he disfrutado. Esta me gustó mucho también.
A través de varias voces a lo largo del tiempo nos narra la historia de un asesinato, un misterio y un robo, una reflexión sobre el arte, el amor y las pérdidas.
Hay una casa señorial y misteriosa, una mujer que fue asesinada, el robo de una joya de familia, y una mujer fuera del tiempo y ya olvidada que lo ha visto todo.
Un retrato encontrado en un desván y unos bocetos en un cuaderno de dibujos son el puntapié para ir desentrañando los secretos.


martes, 3 de diciembre de 2019

Los libros de octubre


Vengo muy atrasada con los post de las últimas lecturas. Tanto que el último correspondió al mes de septiembre.

Y no es que haya estado quedada con los libros, al contrario. ¡Fueron meses muy lectores! Pero lo que no he tenido mucho tiempo es de pasar por aquí, sé que tengo el espacio un poquito abandonado.

Para ir poniéndome al día, acá van los libros de octubre:

Insomnia, de Stephen King.
Esta es una historia bastante rara, la cual me deja con algunos sentimientos encontrados. Por momentos creo que es demasiado delirante, y me costó un poco engancharme.
Ralph, un hombre de setenta años que acaba de quedar viudo, descubre que va perdiendo capacidad de dormir. Cada vez se despierta antes, lo cual comienza a afectarle su salud y humor. Unas raras visiones comienzan a acecharle al mismo tiempo. Esta nueva sensibilidad visual le permite ver otros seres, más allá de las personas. También empiezan a suceder hechos extraños y violentos en la ciudad de Derry. En conjunto, una novela bastante peculiar.

El año de los delfines, de Sarah Lark.
Siempre disfruto las novelas de esta escritora, sus personajes y los paisajes que describe. Esta no es la excepción.
Una madre de familia todavía joven, que quiere cumplir su sueño de convertirse en bióloga marina y para ello, no duda en embarcarse en un viaje desde Alemania hasta Nueva Zelanda para trabajar como guía en una empresa turística especializada en cruceros para atisbar ballenas y delfines.
Es una historia de encuentros y descubrimientos, ideal para pasar el rato.

Una promesa en el fin del mundo, de Sarah Lark.
Una hermosa novela para seguir disfrutando de las descripciones de Nueva Zelanda y sus tradiciones. Les dejo una sinopsis sacada de internet:
En plena Segunda Guerra Mundial, dos hermanas polacas, Helena y Luzyna, lo han perdido todo. Sin padres ni un hogar adonde ir, son embarcadas hacia un campo de refugiados de Irán, donde sobreviven como pueden. Pero al saber que algunos huérfanos están siendo recolocados en Nueva Zelanda, Helena alberga esperanzas de ser uno de los niños seleccionados, hasta que los oficiales le informan de que solo hay espacio para su hermana pequeña, Luzyna. La mañana en que Luzyna debe embarcar, Helena se hace pasar por ella. Pero los horrores de la guerra –y la culpa por haber abandonado a su hermana–siguen a Helena en su viaje hacia una nueva vida.
Una vez en Nueva Zelanda, donde se siente bien acogida, los traumas que Helena ha sufrido alteran su paz y marcan su pasión por James, el encantador y joven piloto de las fuerzas aliados. Pero ella intentará eludir la sombra de su pasado y construir un futuro que asegure un nuevo amor, una nueva familia y, en definitiva, una nueva vida en esa nueva patria.

Papel y tinta, de Maria Reig.
Otra bella lectura, realmente este ha sido un mes de aciertos.
Transcurre en Madrid, a principios del siglo pasado. Elisa Montero, aunque de origen humilde, es criada desde niña por su madrina, una adinerada y misteriosa mujer perteneciente a la alta burguesía madrileña. La protagonista da muestras de rebeldía ante los designios que otros han trazado para ella. Elisa no solo buscará liberarse de las limitaciones que le imponen su condición de mujer y su posición social para lograr convertirse en periodista, sino que intentará tomar las riendas de su destino en la convulsa España de entre guerras, y entregarse al verdadero amor.

La villa de las telas, de Anne Jacobs.
El primero de una trilogía. Transcurre en Augsburgo, poco antes de la primera guerra mundial.
La joven Marie entra a trabajar en la cocina de la impresionante villa de los Melzer, una rica familia dedicada a la industria textil. Mientras Marie, una pobre chica proveniente de un orfanato, lucha por abrirse paso entre los criados, los Melzer esperan con ansia el comienzo de la nueva temporada invernal de baile. Esta poderosa familia tiene un secreto que pronto saldrá a la luz.

Las hijas de la villa de las telas, de Anne Jacobs.
Es el segundo libro de la trilogía.
Augsburgo, 1916. La mansión de la familia Melzer pasa a ser, por necesidad, un hospital militar. Las hijas de la casa, ayudadas por el servicio, se convierten en enfermeras que curan, cuidan y escuchan a los heridos en combate. Entretanto, Marie, la joven esposa de Paul Melzer, se hace cargo de la fábrica de telas en ausencia de su marido. Sin embargo, recibe una terrible noticia: su cuñado ha caído en el frente y Paul es ahora un prisionero de guerra. Marie se niega a que las circunstancias la venzan y lucha con todas sus fuerzas por preservar el patrimonio familiar.

Como verán, estuve bien entretenida con las lecturas.
¿Alguno les parece interesante?

miércoles, 27 de noviembre de 2019

El Paseo de los Colorados

Luego de haber pasado la mañana en las Salinas Grandes nos dimos el tiempo de recorrer el pueblo de Purmamarca. Es pequeñito, pero tiene muchos negocios de artesanías bien coloridos, una simpática plaza, y el privilegio de estar al pie del Cerro de los Siete Colores.

Lo que más me gustó igual fue el paseo que nace justo detrás del pueblo, conocido como “los colorados”.

Es justamente este color el que se aprecia todo alrededor. En muchas tonalidades distintas, es un paisaje conmovedor.

Paisaje mágico
Se puede hacer caminando ya que tiene solo 3 km, y recorrerlo lleva alrededor de una hora o menos. Nos paramos a contemplar los cerros, y nos subimos a un par de miradores que tenían vistas preciosas. Naturaleza en estado puro.

El sendero pasa por detrás del Cerro de los Siete Colores, zigzaguea y siempre se presenta plano, sin desniveles. Es de ripio, árido y con poca o escasa vegetación rastrera.

En uno de los miradores. El viento me volaba el gorro
Es un camino precioso, accesible, y que vale la pena disfrutar.
Miren el tamaño de la gente en el camino, en comparación con el paisaje. Pequeños en la inmensidad roja.
Luego de la caminata paramos a tomar un refresco en el pueblo, y nos dedicamos a seguir paseando por allí. Fue un buen cierre para la semana norteña, una escapada que nos ayudó a renovar energías para lo que queda del año.



Esta es desde un mirador, atrás el Cerro de los Siete Colores.

jueves, 21 de noviembre de 2019

Las maravillosas Salinas Grandes

Hoy les traigo un rinconcito del norte que realmente me gustó mucho. Había ido allí hace diez años, pero en esta ocasión lo disfruté mucho más.

Las Salinas Grandes quedan cerca de Purmamarca, pueblo en el que estábamos parando. Se trata del tercer salar más grande de Sudamérica con una extensión mayor a las 12 mil hectáreas a cielo abierto. 

Vistas de la Cuesta del Lipán
El trayecto nos hace atravesar pequeños caseríos, llegando a la sinuosa Cuesta del Lipán. Por allí se asciende hasta los 4.170 metros sobre el nivel del mar, para luego volver a descender y llegar a las salinas. 
El camino en sí nos regala hermosas vistas. Sobre todo me gustaron los miradores desde los que se veían las curvas y contracurvas ya recorridas. 

Muñecos de sal
Para ingresar a las salinas se debe ir acompañado de un guía de la localidad. Por un precio económico se suben con uno al vehículo, dan una explicación interesante sobre la formación de la sal, la extracción de este mineral, y otras curiosidades del lugar. También hacen un poco de fotógrafos, permitiendo guardar un bonito recuerdo del paso por este sitio.
Por los vientos había algo de tierra cubriendo el suelo de la salina, pero nos contaban que luego de la época de lluvias estas se vuelven completamente blancas. De todos modos el paisaje es muy especial, son kilómetros de extensión de sal. Algo bastante único de ver.
Vimos las piletas de extracción, y también unos ojos de agua turquesa.
Se recomienda usar sombrero y lentes de sol para proteger la vista.
Nos quedamos un rato sacando fotos y disfrutando del paisaje. Luego volvimos por el mismo camino y nos dedicamos a recorrer el pueblo de Purmamarca, famoso por su cerro de siete colores.

¿Han estado por la zona? ¿Les gustaría conocerla?

miércoles, 13 de noviembre de 2019

Del finde pasado no voy a hablar

No, de este fin de semana que pasó mejor no hablar. Y es porque me lo he pasado en cama con bronquitis. Así que no hay mucho que decirles más que en vez de disfrutar de los bonitos días de sol, me quedé encerrada y acompañada por pañuelos y antibióticos. Un horror.

Un poco mejor estoy a estas alturas, aunque ando lidiando con las contraindicaciones de los remedios. Es que lo que arregla una cosa desbarata otra, a la tos y dolor de garganta le sumé temas estomacales. Y las obligaciones laborales me impidieron seguir de reposo, son días bastante movidos.

De lo que si quiero hablarles es del fin de semana anterior, ese con el que comenzamos el mes de noviembre. Porque ahí compartimos lindas actividades y en buena compañía.

Fuimos con una amiga y su familia a la actividad de “La Noche de los Museos”, que se hace una vez al año y ya lleva quince consecutivos. Cada vez con nuevas propuestas y más sitios que participan. Hay mucho para elegir, y todo se llena de gente.
En esta ocasión mi amiga sugirió ir al “Centro Ana Frank Argentina”. Me pareció genial porque es relativamente cerca de casa y nunca había ido. Aquí se recrean los espacios en los que vivió Ana Frank durante la época en que tuvo que esconderse. La casa original en Amsterdam no la habíamos visitado durante nuestro viaje a esa ciudad porque era un mundo de gente. Así que fue interesante verla aquí recreada. Los espacios eran pequeños, y la hija de mi amiga, que tiene 6 años, en un momento de la visita dijo “mamá, esto no me gusta”. La madre le replicó que seguramente a Ana tampoco le gustaba. Y da que pensar, ¿verdad? Ya que la niña no soportaba estar ahí unos minutos, mientras que Ana y su familia pasó casi dos años ahí escondida, con el temor de ser delatados, cuidando no hacer ruidos. En fin, una historia trágica que por supuesto no fue la única de ese momento.
El museo incluye también una sala con una línea de tiempo en donde se explica la situación de Alemania, el como se desarrolló el nazismo, y otra serie de hechos que impactaron en la vida de esta niña como en la de tantos otros.

A su vez hay un paralelismo con lo que fue la dictadura en Argentina, compartiendo algunas formas de actuar del régimen nazi. Un espacio para reflexionar y que recomiendo conocer.

Más tarde nos dirigimos al centro y participamos de una serie de juegos que se había preparado para los niños, con música y luces. Estuvo muy lindo, cerramos el día con una cena tardía por la zona.

El domingo tocaba madrugar ya que habíamos sido invitados al acto de cierre del año del jardín donde va el ahijado de mi marido. El nene ya tiene tres años, y es la tercera vez que vamos. Es un honor para nosotros, ya que los padres siempre nos hacen extensiva la habitación, incluyéndonos en el círculo íntimo de la familia. Es bueno compartir estos momentos.
Vimos a todas las salitas del jardín actuar. Los más pequeños bien perdidos, los más grandes con un poco más de coordinación. Pero igual surge algo divertido, en donde se comparte la emoción de las familias de los actores.

¿Cómo están ustedes?

martes, 5 de noviembre de 2019

Tilcara y Humahuaca

Retomo el blog luego de unos días de ausencia, y lo hago adentrándome en la pintoresca Quebrada de Humahuaca. Este fue el destino al que nos dirigimos luego de recorrer la zona de Cafayate, en la provincia de Salta.

Después de algunas horas de viaje en auto llegamos a Tilcara, en la provincia de Jujuy. Aquí almorzamos un plato típico de la zona y dimos una recorrida rápida.
Es un pueblo pequeño pero creo que ha crecido bastante desde la última vez que estuve allí, unos diez años atrás. Llegamos enseguida a la plaza principal, que es donde funciona una feria artesanal de lo más colorida. Muy cerca de allí se encuentra la iglesia Nuestra Señora del Rosario. En los alrededores hay un par de museos, y varias tiendas y restaurantes.

A tan solo 1 km del pueblo se encuentra el Pucará, que es un yacimiento arqueológico muy importante.

El pucará fue una defensa y asentamiento de los habitantes precolombinos de la quebrada. Fue instalado en una zona estratégica por el cruce de antiguos caminos, desde donde se podía vigilar y controlar los accesos a diferentes regiones del noroeste.

Lo visitamos acompañados de un guía de la zona, que nos dio explicaciones muy detalladas e interesantes. Fue lindo recorrer las ruinas, algunas de ellas reconstruidas. Y también aprender sobre la historia y la cultura de sus habitantes de antaño, pero también de su población actual. Nos llamó la atención conocer como algunas costumbres siguen vigentes aún en estos días.


El paisaje es lindo de ver, en elevación se cuenta con unas vistas maravillosas, en donde predominan los cardones.

Muy cerca del pucará se encuentra el jardín botánico, que tiene una amplia colección de plantas que crecen las alturas de los cerros y La Puna. 

Iglesia de Tilcara
De allí nos dirigimos a Humahuaca, otro típico pueblo de la Quebrada. Se encuentra cerca de los 3.000 metros de altura, rodeado de cordones montañosos.
Llegando a Humahuaca
Uno de los atractivos es el Monumento a los Héroes de la Independencia, construido para conmemorar a los pobladores del norte que lucharon en la guerra por la independencia. El monumento está compuesto por una larga escalinata de piedras que culmina en el grupo escultórico de bronce. Desde el monumento se aprecia una hermosa vista del pueblo.
Otros de los lugares muy visitados es el mercado artesanal donde se ofrecen diferentes productos como recuerdos, prendas de lana, productos regionales, etc…
Vista desde el monumento
De aquí nos dirigimos a Purmamarca, pueblo en donde teníamos reservadas dos noches en una preciosa hostería.