El gato intruso

Estamos teniendo últimamente las visitas de un pequeño gatito negro, que se aparece por la parte delantera de la casa. Sabemos de su presencia porque cada vez que este viene, mi gato se pone como loco. Comienza a rascar el ventanal que da a la entrada y a maullar con tono de angustia. Pobrecito, no está llevando muy bien las visitas del “gato intruso”.

Así lo debe percibir mi gato al “intruso”. En la realidad tiene cara de buenito.

Los horarios para todas estas escenas suelen ser de lo más divertidos: de madrugada, cuando uno está disfrutando de un plácido sueño. Allí es que los quejidos lastimeros y el ruido de las uñitas sobre el cristal me despiertan y hacen levantar.

El gatito debe venir más por curiosidad que otra cosa. Se nota que es joven, no debe pasar el año. Se sienta plácidamente y observa como Ciro se desespera del otro lado. ¡Una clara provocación! A mí me hace reir, aunque claramente mi michi no lo está pasando muy bien con esto. Debe sentir su territorio amenazado y la impotencia de que no puede salir para defenderlo. Trato de calmarlo y se le pasa cuando conseguimos que el pequeñin negrito se esfume.

Así estamos, esperando que cesen estas visitas o que no produzcan el efecto de hasta ahora.

Seguiré informando.