martes, 28 de abril de 2020

Los libros de marzo


Sigo poniéndome al día con los post de las lecturas, esta vez con lo leído en el mes de marzo.

La última carta de amor, de Jojo Moyes.
El libro nos alterna entre la década del 60´y el 2003. En la primera tenemos la vida de Jennifer, quien despierta en un hospital sin recuerdos del accidente que la ha llevado allí, ni su marido ni su nombre. Una vez en su casa encuentra una carta escondida, y comienza a recordar al amante por el que estaba dispuesta a arriesgarlo todo.
Ya más adelante en el tiempo se trata de la historia de Ellie, quien es periodista y encuentra en los archivos del periódico una vieja carta en la que un hombre le pide a su amante que abandone a su marido. Así es como comienza una investigación del pasado, decidida a conocer la suerte de esa historia de amor.
Es una típica novela rosa, en la que las historias de ambas protagonistas tienen varios puntos en común. Para pasar el rato está bien.

Plata Quemada, de Ricardo Piglia.
Esta novela cuenta una historia real. Se trata de un caso de la crónica policial que tuvo como escenarios Buenos Aires y Montevideo en 1965. En septiembre de ese año una banda asalta un banco en San Fernando, provincia de Buenos Aires. En la huida, los maleantes deciden traicionar a sus socios y escapar con toda la plata. Hay una persecución implacable.
Me gustó el libro. A veces el lenguaje es bastante tumbero cuando tiene que ver con los delincuentes. Pero es interesante de leer y bastante corto.

La astronauta, de S. K. Vaughn.
Un libro de ciencia ficción que me atrapó bastante. Ambientada en el año 2067, en una nave espacial que viaja a la deriva por el espacio.
En su interior, la capitana May Knox se despierta de un coma y trata de ponerse en contacto con la Tierra. Parece ser la única superviviente de la desastrosa primera misión tripulada a Europa, una de las lunas de Júpiter, aunque no recuerda nada del accidente.
La única persona que puede ayudarla es su exmarido, Stephen, el científico de la NASA que encabezaba el proyecto hasta que ella le rompió el corazón. Aunque está a millones de kilómetros, solo la voz de Stephen, viajando a través de la oscuridad del espacio, le dará esperanzas de volver a casa.

¿Alguno de estos títulos les llama la atención? ¿Los leerían?

sábado, 25 de abril de 2020

Un año atrás


Mi celular me recordaba el otro día que hace un año estábamos de viaje por España.

¡Que tiempos aquellos! No solo porque fue un recorrido soñado, una alegría haber podido visitar tantos lugares bonitos, sino porque en épocas de cuarentena cualquier cosa que represente recorrer mundo parece mágica.

Me traía imágenes de Granada, ciudad que adoré. Así que me vi trasladada a su barrio de callecitas laberínticas, a sus construcciones árabes, al aroma de los naranjos. Por un ratito dejé volar mi imaginación y recorrí jardines llenos de flores y escuché el taconeo en un tablao.

Este año habíamos pensado tomarnos unos días de vacaciones en abril o mayo. Eso era antes de que una pandemia global nos obligara a encerrarnos. No había idea del destino, habíamos hablado de que fuera dentro del país por un tema de costos. Ahora ni pensar en ir ni a la esquina.

Es lo que hay, ya volverán los viajes y escapadas (¡eso espero!).

Mientras tanto queda el recuerdo de los lugares que hemos visitado alguna vez.

¿A qué sitio les gustaría trasladarse ahora?

viernes, 24 de abril de 2020

Los libros de febrero


Aprovecho este período de tranquilidad para ponerme al día con los post de mis lecturas.
Les traigo entonces lo que estuve leyendo en febrero, un tiempo en el que tenía los viajes al trabajo que eran aprovechados para avanzar con este tema, y en donde vivimos la escapada a la playa que también me permitió relajarme frente al mar disfrutando una buena historia.

Trampa mortal, de Lee Child.
Aquí nos trae nuevamente al personaje del ex militar Jack Reacher. Este se encuentra en Florida cuando un desconocido comienza a husmear a su alrededor, haciendo muchas preguntas. Cuando aparece muerto Jack sale a la búsqueda de respuestas, lo que lo lleva a Nueva York. Se vincula con una mujer que lo lleva a su pasado, y deben luchar contra un ser poderoso y sin escrúpulos.
Es una novela de suspenso que tiene sus momentos. Solo para pasar el rato.

La casa de la caridad, de Ulrike Schweikert.
Esta novela me gustó bastante. Está ambientada en Berlín, durante la epidemia de cólera de 1831. Dentro de un avanzado hospital tres mujeres combaten la enfermedad mientras luchan con sus propios asuntos personales.
Es interesante leer sobre como los médicos y enfermeras daban lo mejor de si para frenar la epidemia y lograr bienestar para los pacientes. En un momento en que muchas cosas de la salud eran desconocidas, como por ejemplo la importancia de lavarse las manos.
Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia, ¿verdad?. Realmente que casi dos siglos después estemos recordando como este simple acto puede ayudarnos a mantenernos sanos da que pensar. También es para agradecer el que tengamos hoy tantos más conocimientos y herramientas para poder salir victoriosos contra los virus.

La viuda negra, de Daniel Silva.
Una novela de suspenso e intriga internacional. Habla de la lucha contra el terrorismo, y de cómo los servicios de inteligencia de varios países aúnan esfuerzos para acabar con el fanático que se hace llamar Saladino.
Con la ayuda de una enfermera que logra infiltrarse muy cerca del enemigo se llegará al corazón del ISIS, para desmantelar planes de guerra y destrucción.
Es interesante y bastante actual.

¿Han estado leyendo últimamente? ¿Qué títulos recomiendan?

jueves, 23 de abril de 2020

Dias de cuarentena


Aprovecho que hoy la jornada parece venir tranquila y paso por aquí a saludarlos, tras varios días de ausencia.

Como les contaba en el post anterior, mi cuarentena viene bastante movida, con mucho trabajo. Todo desde la comodidad del hogar, pero hace que gran parte del tiempo este invertido en esto, y luego quede poco para otra cosa.

Los días parecerían ser uno muy parecido al otro. Eso es lo que tiene el encierro. Aprovecho a levantarme más tarde ahora que no tengo el viaje a la oficina. Una hora más de sueño cada día, lo cual no siempre significa mejor descanso. Pero si poder poner la alarma casi justo antes de empezar la jornada.
 
Siempre me visto, aunque no salga eso de pasarme el día en piyama no es para mí. Lo que si he adoptado son las zapatillas, un tipo de calzado que pocas veces usaba. Ha resultado súper cómodo ahora que no tengo que salir. Hay días que me maquillo, otros que tal vez lo paso de largo.

Me conecto a la red de la oficina y paso gran parte del día sentada frente a la computadora. Algunas veces he podido cortar la hora de almuerzo, otras veces solo algunos minutos. Realmente esto viene siendo muy intenso.

La televisión la suelo tener prendida de fondo todo el día. Mi marido me dice que por lo menos no tenga puesto los noticieros todo el rato. A veces le hago caso y cambio de programa, la mayor parte del tiempo no. Poco saludable tal vez, se lo pasan hablando del coronavirus como monotema.
Algunos días tenemos problemas con internet, la conexión no es muy buena. En esas ocasiones lo paso bastante mal. Me cuesta grabar los archivos, y trabajar en esas condiciones es un suplicio. Por suerte otras veces anda mejor.
Cuando termino de trabajar lo estoy haciendo bastante cansada. Así que tampoco es que me dan tantas ganas de hacer otras cosas. Sigo leyendo pero menos que antes. Veo alguna serie o película. Trato de hablar por teléfono con familia y amigos, de tener cada tanto alguna reunión virtual via Skype o zoom. Ver los rostros de la gente querida siempre es lindo.

Trato de caminar un poco por el living. Un recorrido un poco monótono, pero por lo menos para moverme un poco. Me viene siempre a la cabeza la frase del “león enjaulado” cuando doy vueltas por el mismo espacio una y otra vez.

El otro día reorganicé unos cajones, creo que la parte de ordenar armarios es una tarea que muchos han emprendido estos días.

En todo este mes casi no salí a la calle. Lo hice en una sola ocasión y para hacerme un estudio. El resto ha sido en confinamiento. Salir con barbijo ha sido una experiencia bastante apocalíptica.

La vuelta a la normalidad todavía se ve muy lejana, vaya a saber cuándo se dará.
¿Cómo están pasando estos días de cuarentena?

martes, 7 de abril de 2020

Mucho tiempo sin venir por aquí

Hace mucho que no escribo en el blog. Ha pasado más de un mes, y es el mayor tiempo transcurrido desde que lo comencé. Extrañé pasar, pero realmente no tenía tiempo de sentarme un rato a hacer un post, la vorágine de estos días me arrastró.

Es cierto que estamos en cuarentena, así como la mayor parte del planeta. Es tiempo de quedarse en casa, de resguardarnos. Tal vez la única manera de frenar la escalada de casos de esta pandemia que ha amenazado la vida que llevábamos.
Un pequeño gusto que nos hemos dado en estos días.
En la empresa donde trabajo nos han dado los instrumentos para que pudiéramos trabajar desde el hogar. El famoso home office, que tantas veces se pidió y nunca se implementaba. Las circunstancias hicieron que el departamento de sistemas se pasara un fin de semana completo instalando notebooks para los que no teníamos. Yo era una de las que tenía computadora de escritorio en la oficina, así que unos días antes de que se decretara oficialmente la cuarentena pude disponer del pc portátil.
Alguien lo pasa bien en esta cuarentena
Lo que siguieron fueron dos semanas de locura. De trabajar más que nunca. Sábados, domingos y feriados. Doce horas por día. Agotador al extremo. Desde casa, eso si. Era una circunstancia especial, estábamos trabajando en una corrida presupuestaria, con un nivel de presión enorme. Implicó coordinación de varios sectores, todo a través de apps de llamadas y video llamadas. Mensajes de texto, WhatsApp, una disponibilidad prácticamente 24 horas.
No fue fácil. Hay días que me sentía colapsar. Mientras me llagaban videos y memes sobre como combatir el aburrimiento en la cuarentena, yo sentía que no tenía ni tiempo de respirar. Me pasaba que en todo el día me había levantado diez minutos para almorzar y unas paradas breves para ir al baño. El resto era estar frente a la computadora, reunida en videoconferencias, respondiendo mails, lidiando con una VPN que a veces estaba insoportablemente lenta.
Este fin de semana por fin he podido parar un poco. Dedicarme a no hacer nada, a descansar. Aproveché a ver un par de películas, y también me vi entera la serie de Netflix “Poco ortodoxa”, la cual me pareció muy buena.
En este tiempo yo ni pisé la calle. Mi marido se ha  encargado de hacer alguna compra esporádica, también tratando de salir solo para lo esencial. Por suerte tengo un patio donde respirar algo de aire.

Cuando he podido, el gato ha sido mi modelo para las fotos. Las que acompañan este post son de estos días. El michi también está en cuarentena, no lo dejamos salir por los tejados como le gusta. No se hace mucho drama, se lo pasa durmiendo. Su aislamiento no es muy diferente a la vida de siempre. Solo tiene que soportar vernos todo el rato por ahí.
Estamos cocinando todo casero, nos dimos apenas algún gustito dulce, encargando en un negocio del barrio que sigue haciendo delivery. La primera foto es de ese día en que nos mimamos con un brunch especial.
Mucho cansancio...
Siesta interrumpida, el humano quiere jugar
Sobre la vida en cuarentena mucho se ha dicho. Sobre los diferentes estados de animo con el correr de los días. Lo más difícil sin duda es no poder tener cerca a la gente que uno quiere, tener que contentarse con un llamado telefónico. Tratamos de acompañar a nuestros padres por este medio, y estar en contacto también con los amigos de esta forma.
Los humanos lo molestan
Todo esto pasará, hay que tener paciencia.

¿Cómo lo están llevando? ¿Cómo han estado estos días?