San Telmo (Parte 1): de anticuarios y mezcla de estilos

Luego de haber recorrido un poco de Puerto Madero, nuestro paseo del sábado nos llevó hacia el barrio de San Telmo. Un lugar con mucha historia,  y que tiene la particularidad de ser el barrio más pequeño de la Ciudad de Buenos Aires (a la vez que uno de los más antiguos).

Supo ser un barrio habitado por las tradicionales familias patricias de Buenos Aires, hasta que la epidemia de fiebre amarilla que azotó en 1871 las empujó a mudarse hacia el norte. Fue entonces que alquilaron sus viejas casas a los inmigrantes europeos, que llegaban en gran número. Venían a buscar suerte, motivados por las beneficiosas políticas que incentivaba el gobierno, y se instalaban en los llamados conventillos. Era en estas viejas casas coloniales que convivían numerosas familias hacinadas. El barrio tuvo su época de decadencia, y algunas zonas sufrieron demoliciones. Finalmente se logró avanzar con un proyecto de protección histórica, lo cual permite que en la actualidad una parte de todas esas construcciones lleguen a nosotros.

Se caracteriza por lo tanto por ser una zona de grandes caserones coloniales, de calles empedradas con adoquines, y sitio en donde se encuentran gran cantidad de anticuarios y artistas. Se pueden visitar algunas iglesias antiguas, varios museos, tiendas de antigüedades y de diseño, ferias de artesanías. Todo un mundo por descubrir.

Hace mucho que no iba para esta zona, por lo que realmente fue un redescubrir unas cuantas cosas.

Lo primero que me llamó la atención es el gran movimiento de gente que había. Turistas locales y extranjeros paseando por estas simpáticas callecitas. Una verdadera mezcla de estilos, lo moderno y lo antiguo, todo junto e invitando a observar. Me llamaba la atención ver sobre la calle Defensa casas de venta de antigüedades pegadas a negocios de diseño y vanguardia en las que sobresalían los colores fluo. Un mix que resultaba de lo mas interesante. De más está decir que entramos a recorrer muchas de estas tiendas, sorprendiéndonos con la variedad de objetos que encontrábamos.

Un lugar al que entramos (y que yo no recordaba haber visitado antes) es el Mercado de San Telmo. Es un gran mercado bajo techo, con salida a varias calles. El edificio es grande, y data de 1897. Se encuentran ahí anticuarios de todo tipo, los cuales conviven con puestos de frutas y carnes. Una mezcla que otra vez me pareció de lo más curiosa.

Muchas cosas me llamaron la atención de este mercado. Había puestos que harían sentir “en su salsa” a los que les gusta recordar épocas pasadas. Algunos tenían juguetes de la década del 70´ y 80’. Ideal para recordar infancias, mientras uno señala los juguetes y dice “ese yo lo tenía”, “jugaba con eso”. Se pueden encontrar todo tipo de cosas en este mercado, un sitio llamativo para coleccionistas y curiosos.

Les dejo unas fotos de este mercado, y de lo que vi en los comercios de la zona. Es solo un vistazo, pero ¿verdad que hay de todo?

Llegamos luego a Plaza Dorrego, ubicada en el corazón del barrio de San Telmo. Es uno de los principales paseos turísticos peatonales de la ciudad, y a su alrededor se encuentran cafés, bares y pubs con sus mesas sobre la plaza. Se pueden observar ahí generalmente shows de músicos y baile callejero. Los días domingo funciona ahí la Feria de San Telmo.

Fue precisamente llegando a esta plaza que nos topamos con algo que nos sorprendió gratamente, que nos transportó por un rato a épocas pasadas, a un tiempo plagado de leyendas y mitos. Vivimos una hora mágica, gracias a que decidimos seguir a una mujer de vestido negro vaporoso y sombrilla. ¿Alguien sabe de qué estoy hablando? ¡En el próximo post les cuento!