Ayer les contaba que para algunas cosas (como
las agujas en las extracciones de sangre) soy bastante impresionable. Cada
tanto por algún chequeo es inevitable pasar por estas situaciones, y hubo una
época en la que solía bajarme la presión de solo pensarlo. Por supuesto que era
autosugestión pura, pero se me hacía difícil evitarlo.
Así es como cuando llegaba alguno de estos
chequeos terminaba luego un rato en la camilla esperando a que se me
normalizara la presión (mientras veía que gente de toda edad, incluso niños
pequeños, pasaban por esto sin problema). ¡Una vergüenza!.
En una ocasión inclusive llegué a desmayarme
por esto. Resulta que yo había ido a hacer este estudio como parte de un examen
pre ocupacional (hay una serie de chequeos médicos obligatorios a hacerse antes
de ser contratado por una empresa) y ya durante la extracción me había empezado
a marear, pero en un acto de valentía no dije nada. Terminado esto me llevan a
una sala en donde me iban a traer un desayuno. Estaba yo sola esperando a que
vinieran con eso y me bajó tanto la presión que me desvanecí. Fue apenas un
segundo, pero me caí de la silla (abrí los ojos y me encontré en el piso y con
la silla volcada). Me incorporé enseguida, otra vez sensación de vergüenza absoluta,
pero lo cómico es que nadie llegó a darse cuenta de lo que había pasado. Me
trajeron el café con medialunas, lo tomé rápido y enseguida me fui como si
nada.
Hubo sin embargo una ocasión (hace cosa de
diez años atrás) que me curó todas estas autosugestiones que me hacía. Estaba de
nuevo en el laboratorio a punto de hacerme una extracción de sangre, y le dije
a la enfermera:
-
Mire
que me suele bajar la presión ante estas cosas, me da bastante impresión - (etc, etc).
¿saben lo que me dijo
ella? Pues esto:
Por ese entonces yo
estaba estudiando una materia en la facultad en la que debía aprenderme algunas
definiciones medio de memoria, y con una amiga inventábamos algunas reglas
nemotécnicas, que incluía cantar las definiciones (y crease o no con eso lográbamos
recordarlas mejor). Resulta que entonces mientras la mujer esta me sacaba
sangre yo me puse a recitar en mi mente la cancioncita que habíamos inventado
para la definición de “Pericia Judicial”. Y al tener la mente en otra cosa
claro que no me pasó nada, que no me bajó la presión, ni me desmayé.
Desde esa vez no
volví a tener problemas con las extracciones de sangre (y por algún motivo
vuelvo en la misma situación siempre a la cancioncita esa. ¡Vaya que no me la
olvidé!).
¿Ustedes como son? ¿se
impresionan ante la aguja? ¿no les pasa nada?