De cuando era miope y de cuando dejé de serlo

Hubo un tiempo en que fui miope. Un tiempo largo, que duró desde mis trece años a los veintisiete.

Ya a los trece tuve que usar mis primeros anteojos. Los necesitaba para ver el pizarrón, así que los limitaba a esa función y solo dentro del aula. En menos de un año se había hecho evidente que eran necesarios en tiempo completo porque ya mucho no veía de lejos. En esa edad, la sola idea de tener que andar con gafas todo el día me horrorizaba un poco.

Así fue como surgió la idea de las lentes de contacto. Con mi mamá fuimos a una óptica, en donde una paciente contactóloga se ocupó de probármelas, y de convencerme de todo el asunto. Yo las quería desde lo estético, pero de ahí a dejar así nomás que tocaran mi ojo y ponerme un objeto extraño ahí, déjenme que les diga que no fue tarea fácil. Para que se den una idea, mi mamá le compró luego un ramo de flores a esta mujer, para agradecerle la infinita paciencia que había tenido conmigo.

Con el tiempo ya me las ponía y sacaba como si nada. Siguió sin gustarme demasiado que me tocaran el ojo, pero hacerlo yo se había vuelto cotidiano. Para mi era una solución. Las usaba gran parte del día, y cuando llegaba la tarde y estaba en casa ya si me ponía los anteojos.

Hasta que un día no pude usar mas las lentes de contacto. Me dio una alergia a las mismas. Cada vez las toleraba menos. Al principio me dieron gotitas especiales, luego un oculista se decidió a ser franco conmigo. Me dijo que mi ojo simplemente se había cansado, que por mas que me pusiera todo tipo de gotas no iba a funcionar, y que lo que me recomendaba era dejar pasar un poco el tiempo, llegar a los 25 años (que es cuando se supone se creció lo que se tenía que crecer, por lo menos con posterioridad no suele haber grandes modificaciones) y que ahí considerara operarme y darle solución definitiva al tema.

En ese entonces yo tenía 21 años, estaba cursando la facultad, trabajando, y tuve que hacer todo eso con anteojos permanentes. No me quedaba otra, pero a mi no me gustaba nada. Ya me pesaban (por mas livianos que tuvieran el marco), y los odiaba de todas maneras. Así fue pasando el tiempo.

Para la edad que me habían indicado, comencé a hacer los estudios correspondientes para averiguar la factibilidad de la operación con láser. Debe mantenerse estable la miopía, y otros estudios en cuanto a la forma y grosor de la cornea, etc. En el centro de la obra social que me correspondía operaba un doctor que un par de años antes había operado a una amiga, con excelentes resultados. Fue una casualidad, pero era un aliciente conocer esto, me daba bastante confianza.

Finalmente me dieron el ok para la operación. Ese día llegó hace cuatro años y medio, y fue un cambio total para mi. Recuerdo el momento como de bastante ansiedad. Eran los dos ojos al mismo tiempo, y era la primera operación a la que me veía sometida en mi vida.

Me habían citado bien temprano a la mañana, yo fui acompañada por mis padres. Éramos unos cuantos, esperando para ser operados. Primero me hicieron pasar a una sala en donde me pusieron vestimenta adecuada (una cofia, etc) y con unas gotitas anestesiaron los ojos. Era raro, porque uno podía ver, pero no sentir. Me llaman entonces al quirófano, y me hacen recostar en una camilla que tenía el láser.

Como puede haber algún lector impresionable con el tema no voy a relatarles detalles de la operación.  Si les voy a contar que fue todo rapidísimo. No duró mas de cinco minutos, y yo hubiera jurado que no había pasado mas de uno. Realmente fue algo que me sorprendió. Me dijo entonces que ya estaba todo, que me sentara con cuidado que me ayudaba una enfermera. Yo tenía los ojos cerrados.

-          ¿vos me avisas cuando los puedo abrir? – le dije a la enfermera

-          Abrilos ahora – me respondió.

Y ahí se produjo para mi un milagro. ¡¡¡Veía perfecto!!! No podía creerlo. Así de rápido mi mundo había cambiado. La alegría me desbordaba. Los primeros veinte minutos siguientes ni siquiera hay molestias, por estar todavía bajo el efecto de la anestesia local. Recuerdo que salí eufórica a la sala de recepción, y que mi mamá se había quedado medio dormitada en un sillón (según ella no había dormido en toda la noche por los nervios de mi operación) así que no entendía nada porque casi ni había pasado tiempo.

Me puse anteojos negros (porque al ratito ya sí empezó a ponerse molesta la luz) y fuimos para casa. A las cuatro horas debíamos volver para el primer control. Me habían dicho que este era el período en que iba a experimentar molestias. No fue nada terrible, pero si sentía que me ardían un poco los ojos, que me lloraban. Tenía que ponerles unas gotitas de antibiótico, al principio bastante seguido. De todos modos, tenían razón en que después de estas horas ya no molestaba mas.

Para el momento del control lo único que persistía era la intolerancia a la luz, la cual duró un par de días. Totalmente normal, ya que el ojo se está acostumbrando. Tuve que hacer controles seguido, al principio al par de días, luego a la semana, al mes, a los tres meses. Por suerte salió todo excelente.

Lo mas sorprendente para mi fue como el cerebro eliminó el recuerdo de haber sido miope. Tantos años usando anteojos, y sin embargo a los pocos días era como si siempre hubiera visto bien. Mi amiga me contaba que al principio ella tenía el reflejo de tantear la mesa de luz en busca de los anteojos. Yo ni eso. Salvo ocasiones en que se habla del tema y me acuerdo de esa época, para mi es natural ver bien. Así lo siento, y no deja de sorprenderme.

Con posterioridad se operó mi hermano, con el mismo médico y también con muy buenos resultados. Tanto lo recomiendo que han seguido mis pasos una compañera de mi trabajo anterior, y otra amiga.

Ha sido sin duda un cambio importantísimo, un antes y un después en mi vida.

¿algún miope por ahí? ¿algún ex miope que se haya operado? Cuéntenme sus experiencias.