Keep calm and call dad

Encontré esta linda frase por la web, y me pareció bonita para encabezar el post de hoy, ya que les voy a contar un poco de mi papá, a quien he recurrido en tantas ocasiones y me ha dado siempre una mano.

Mi viejo es de esos tipos buenos. De pocas palabras, pero gran corazón, y que demuestra su cariño con los actos. Se da maña para todas las cosas de la casa. No se de donde lo aprendió él, ya que su papá (o sea mi abuelo) murió cuando él era jovencito. Lo cierto es que si hay que hacer alguna reparación (por lo menos las sencillas) suele encargarse él.

Yo poco se de arreglos domésticos, y mi novio realmente mucho no sabe tampoco, así que solemos llamar a gente especializada, pero por lo general siempre primero recurrimos al consejo de mi papá. De a poquito algunas cosas aprendimos, como instalar una lámpara, cambiar zócalos, etc.

Mi papá tiene una pequeña camionetita, y en ella cargamos todas las cosas cuando con mi novio nos mudamos juntos por primera vez. Hicimos muchísimos viajes (siempre manejando mi viejo, que es el único en la familia que sabe hacerlo), pero de a poco nos ayudó a llevar todos los muebles (y a armarlos después), cajitas, bolsas, y demás objetos. Para cuando nos planteamos la mudanza a la casa actual de nuevo estuvo mi papá prestando su ayuda. Esta vez no cargando cosas (porque decidimos contratar una empresa mudadora, lo cual fue una excelente decisión) pero si en las etapas previas, colaborando con la pintura, con la supervisión de obreros que anduvieron trabajando (ayuda imprescindible por sus conocimientos y porque además nosotros no disponíamos del tiempo para hacerlo) y demás consejos.

Me ha ayudado muchas veces llevándome a distintos lados. ¿Se acuerdan que hace no mucho les conté de mi experiencia con el cambio de trabajo? Con motivo de esto mi papá me llevó el día que tuve que hacerme el examen preocupacional. Se levantó bien temprano para eso, luego espero un buen rato a que estuviera completo este trámite, de ahí me alcanzó a la empresa actual en donde debía completar unos papeles, me esperó otro rato, de ahí atravesando la ciudad hasta llevarme a la empresa donde trabajaba antes, etc. Infinita paciencia de su parte. Hace pocos días volvió a levantarse temprano para acompañarme a una bicicletería y cargar la bici fija que compré (ya les contaré de esto en otro post). Y así en tantas ocasiones.

Algo que siempre admiré de mi papá es su voluntad para hacer cosas, sobre todo teniendo en cuenta que físicamente no está en las mejores condiciones. Algo muy personal voy a contarles ahora, algo que no todos los que me conocen saben. Mi papá tuvo un accidente a los 18 años. Estaba de viaje de egresados en Bariloche, y con dos amigos tuvieron la imprudencia de separarse un poco del resto del grupo. Los agarró una tormenta de nieve que los tuvo aislados, y como resultado de toda esa odisea a mi papá fue necesario amputarle la mitad de ambos pies. Desde ahí que debió siempre usar zapatos especiales, son unos borceguíes altos y de cuero bastante duro que le dan el soporte que necesita. Lo mas importante, a pesar de esto él salió adelante. Estudió una carrera universitaria, formó su familia, trabajó (y aun lo hace), y siempre poniéndole pilas. Es el día de hoy que las consecuencias del accidente se siguen manifestando en muchos aspectos, ya que son heridas que a pesar de los años transcurridos le provocan dolores de cabeza fuertes y frecuentes entre otras cosas. Pero mi viejo le sigue dando lucha como siempre.

A su vez, es de esos que se dan maña en la jardinería, tiene un don especial para las plantas (lástima que yo no lo heredé en este aspecto). También en la cocina,  hace unos platos riquísimos.

Podría seguir contándoles mucho más, seguramente en otra ocasión lo haga, pero por ahora los dejo para no hacer tan largo este post.

Les dejo mientras tanto una fotito de mi papá conmigo y con mi hermano, en los Lagos de Palermo, allá por el año 1983. ¿verdad que es una linda foto?