Paseo por las islas de Boipeba y Cairú. Brasil.

Barco con el que llegamos a Boipeba

Ya el relato de las vacaciones va llegando a su fin (al fin y al cabo no eran tantos días), y ha llegado el momento de contarles de una hermosa excursión que tomamos, en las cuales se les daba una vuelta a las islas Tinhare (donde está el morro de São Paulo), Boipeba y Cairú.


Isla de Boipeba



lorito amigable

Salimos a eso de las nueve en una lancha junto a unas quince personas más, emprendiendo camino hacia la primera parada que era una zona de piletas naturales. Ahí tuvimos oportunidad de tirarnos al agua y disfrutar de estar metidos en el mar bastante alejados de la playa pero de todos modos encontrar lugares en donde se hacía pie. Como en otros era más profundo nos daban el conocido “flota flota”, que es alargado y de material que no se hunde. Lo gracioso es como lo llamaban ahí: spaguetti (que encima en portugués sonaba como “spaguechi”, haciéndolo más simpático).

Dos loros amigables y confianzudos



Playita de Boipeba

Boipeba.

Luego seguimos viaje hasta la isla de Boipeba. Es un lindo pueblito de pescadores, con bonitas playas. Nos daban dos horas para almorzar, y aprovechamos a recorrer algunas cuadras del pueblo. Llegamos a la iglesia, y vimos algunas de las casitas típicas. Comimos el sándwich que nos habíamos llevado en la playa, aprovechamos a darnos un chapuzón en el mar y a tomar algo de sol. También tuvimos la oportunidad de interactuar con unos loros de lo más simpáticos. Eran dos y estaban acostumbrados a la gente, por lo que uno podía acercarse y ellos se subían desde el brazo hasta los hombros. ¡Fue una hermosa experiencia!



Camino a la iglesia. Boipeba

Iglesia de Boipeba

Vista desde el mirador.

caminando por el pueblito de Boipeba

barquito amarrado

Yo feliz en el mar.

Contemplando el mar.

Lorito sobre mi hombro. simpático el bicho.

Fuimos después a probar unas ostras en unos puestos flotantes en una zona que nos dijeron se llamaba Canasvieras. También era un pequeño pueblo de pescadores. Pedimos dos para cada uno, fue interesante probarlas aunque tampoco es algo que repetiría demasiado. Estaban sacadas hacía poco, tenían un gustito salado de mar.



Canasvieras. Puestitos donde vendían ostras

Puestos flotantes en Canasvieiras

Ostras crudas que probamos.

Acto seguido nos trasladamos a la isla de Cairú. Ahí hay un viejo convento, el cual visitamos. Algunos frisos estaban en reparación, pero se podía apreciar la riqueza de los trabajos en techos y paredes. Impactantes pinturas, también algunas estatuas de vírgenes y santos.



Iglesia en Cairu.

Convento de Santo Antonio. Cairú.

Adentro del convento de Cairú.

Santos. Estatuas dentro del convento.

Techos con mucho trabajo en el antiguo convento

Interior del convento

Frizos decorados. Convento de Cairú.

Los alrededores del antiguo convento.

Recorriendo el pueblito.

Emprendimos luego la vuelta al morro. Es increíble la vegetación que se veía en las orillas de la isla durante todo el trayecto. Mucho verde, en un estado salvaje y natural.



Para cuando llegamos estábamos ya cerca de la puesta del sol. Decidimos ir a un bar en una parte de la isla, desde donde se veía el atardecer de una manera maravillosa. Las fotos de esto último se las dejo para el próximo post, que es el de la despedida de este paraíso natural y la vuelta a casa.

¿Qué les pareció el paseo?