Taller de arte, segunda clase

El miércoles fue mi segunda clase del taller de artes plásticas. En vez de las cinco de la otra vez, en esta ocasión éramos solo cuatro alumnas. Supongo habrá influido el frío terrible que hacía, era un día en que salir a esa hora era para valientes. Yo no lo soy, pero viviendo a una cuadra y media y siendo la segunda clase no podía hacerme la viva. Sin excusas y con bufanda y saco fui para allá.

Me esperaba mi “obra de arte”, la que como les había contado estaba pendiente de ser terminada. Seguí sombreando con las carbonillas (conseguí unas mas gruesas, así que fue un poquito mas fácil) y finalmente quedó algo aceptable, por llamarlo así. La profe me dijo que lo firmara y le pusiera la fecha, así con el paso del tiempo veía los progresos. ¡Y yo que pensaba usarla en un fueguito!. Pero me convenció, así que una vez puestas mis iniciales le rocié el fijador (para que no se corra, algo que aparentemente es necesario al trabajar con carbonillas si uno no quiere encontrarse luego con una gran mancha en diferentes tonos de negro).

Después a poner hoja nueva, y a comenzar otra obra. Otro modelo tridimensional a copiar, esta vez consistente en dos cajitas y un porta lápiz. Por suerte un poquito mas divertido que el anterior.

Nuevamente el tema de las proporciones, el cual creo que es mi talón de Aquiles. Me cuesta el método de medir con el lápiz y trasladar, por lo que seguí con mi precaria técnica de hacerlo “a ojo”. Claro que tuve varias correcciones de la profesora:

-          Fijate esa línea está mas inclinada.

-          ¿No te parece que hay mas lugar entre la cajita esa y la otra?

-          Me parece que hiciste un poco grande la boca del porta lápiz

-          Sigue pareciendo que está muy grande

Y así unas cuantas observaciones, pero finalmente quedó el boceto, el cual creo está bastante mejor que el primero. Ahora falta el sombreado, pero eso será la clase que viene.

Lo bueno es que en esta ocasión decidí que no iba a estar parada las dos horas y de movida agarré un banquito, bajé un poco la altura del caballete, y fue mucho mas cómodo.

Otra cosa positiva es que la profe esta vez nos cebó mate. Por el frío venía mas que bien, era un buen acompañamiento al despliegue de arte que hacíamos.

Y finalmente, pero no menos importante, que recordé el hambre que me había dado la vez pasada (siendo la clase de ocho a diez de la noche en algún momento empieza a “picar el bagre”) y me llevé una “Vauquita light”. ¿probaron esta golosina? Para mi el sabor es exactamente igual a su versión común, pero con algunas calorías menos. Conclusión: mi nuevo vicio (desde hace rato). ¡Son de ricas!

Cuando llegué a casa con mi primer obra por supuesto que se la mostré a mi novio, el cual me dijo:

-          ¡Te salió re linda!

¿no es un amor? Y encima estaba la cena lista y la mesa puesta.