Día de campo por Lobos

Ya les había contado hace rato que tenía comprado unos groupon para visitar una estancia en la zona de Lobos. Luego de una reprogramación de fechas llegó el día de irnos a pasar una jornada diferente en contacto con la naturaleza. El sábado entonces nos levantamos tempranito y partimos hacia nuestro destino. Queda bastante cerca de la capital, luego de una hora y veinte minutos de viaje llegamos a la estancia.

El lugar no era muy grande, pero si estaba bien cuidado y cumplía el objetivo de ser un lugar tranquilo ideal para descansar un poco. Luego de registrarnos en la recepción nos unimos a un grupo que estaba degustando un desayuno campestre. Habían puesto unas mesas bajo la sombra de unos árboles, y allí encontrábamos café con pastelitos de membrillo y tortas fritas. También había para untar dulce de leche en unas tostadas, y una torta que tenía una cobertura rosa riquísima.

Gansitos en fila

manteniendo la linea

Con la panza llena nos fuimos a dar una vueltita por el lugar. Había una plaza de juegos, un sitio donde practicar tiro al blanco con arco y flecha, y una hermosa lagunita. Animales no había muchos, pero si nos reímos bastante con los gansos y los patos.

Ni bien nos acercamos al agua vimos dos gansos adultos con dos pequeñitos. Estos últimos eran preciosos, parecían hasta peluditos. Se acercaron en un momento a la orilla y uno de los chiquitos encontraba difícil subir a tierra con los demás. Se quedó en el agua buscando por donde salir, aunque el pobrecito se metía en una zona donde había una empalizada pequeña (pero que por su tamaño era enorme). Era gracioso ver como los otros lo llamaban, hasta que finalmente se ve decidieron volver a entrar al agua y acompañar al gansito desorientado.

Apenas un ratito después vimos a todo el resto de los gansos, que se dirigían en filita al agua. Era precioso verlos caminar uno atrás del otro, sin desviarse. Manteniendo esta fila es que se fueron tirando al agua, y con la misma formación empezaron a nadar. Lindo de ver este simple espectáculo de la naturaleza.

Como en la estancia vendían maíz para alimentarlos compramos una bolsita y les dimos. Ahí ya no había formación alguna, todos nos rodeaban y entusiasmados emitían sonidos de pedido de comida. Nos entretuvimos con eso hasta que se nos acabó, y los interesados gansos pronto se fueron para otro lado.

Mi amor alimentando a los gansos

Aca estoy yo alimentando a los gansos

Al mediodía nos incluía un almuerzo con asado. Estaba rico, aunque después del abundante desayuno ya demasiada hambre no teníamos. El día estaba genial, y aprovechamos a poner una mantita en el pasto y bajo la sombra de un alero, para recostarnos a dormir una siestita. Que lindo sentir el suelo, el canto de los pájaros, entreabrir los ojos y ver la laguna. Pequeños placeres de la vida.

En la estancia había también un par de caballos, que a la tarde los pusieron a disposición de la gente para dar una vueltita. Nosotros no los usamos, pero algunos niños se dieron el gusto de dar un paseíto. Un peón iba indicando el camino con una soga, y los caballos que eran de lo más mansos lo seguían en una rutina ya aprendida. También había disponibles bicicletas para dar una vuelta por el lugar.

Con mi novio frente a la laguna

Frente a la laguna había varios bancos para sentarse, y también un mangrullo al que se podía subir. Desde allí la vista era bastante linda. Se veía todo el complejo, y algunos campos vecinos. 

La merienda también era típicamente campestre, y luego de probar alguna cosa rica decidimos emprender el camino de regreso a casa. De todos modos hicimos una parada en el camino, para ver una feria de pueblo que se hacía en un predio junto a la ruta. Ya la habíamos visto a la ida, a la altura de la localidad de Cañuelas, y habíamos quedado con ganas de pasar a chusmear un rato. Aquí encontramos varios puestos de comidas (como ya hambre no teníamos nada compramos un par de cosas para regalar a la familia, como salamines, quesos saborizados y dulces caseros). También había stands con artesanías varias, algunos educativos donde alumnos de escuelas de la zona mostraban proyectos, y dos grandes escenarios en donde había grupos de música. Nos quedamos un rato allí, y luego si volvimos a casa. Como el sol estaba fuerte y no habíamos llevado protector solar quedamos ambos algo rojos. Para la próxima es algo a no olvidar, al igual que repelente para mosquitos, un termo para el mate, y algún libro.

merienda campestre