Como diría Sabina: “me voy por los tejados, como un gato sin dueño”

En casa tenemos un patio, y por lo general dejamos salir poco al gatito para que no se vaya. Justamente este fue el tema que les comentaba que me generó algunos roces con mi madre (que me acusaba de carcelera). Cuando yo estoy ahí a veces lo dejo, mirando que no salte para los muros, que son sus vías de escape. Pero el minino es rápido y súper ágil, y a una mínima distracción lo tenemos sobre el techo. Esto fue lo que pasó el domingo. En un abrir y cerrar de ojos estaba arriba del quincho, y de ahí saltó al jardín del vecino de la derecha. Y aunque de ahí volvió, del techo del quincho enseguida se subió a la construcción que el vecino de la izquierda tiene en la parte trasera del patio. Y ahí vino otro gato a buscarlo, lo cual motivó que Ciro se tentara a seguirlo. Así que en un ratito lo habíamos perdido de vista para el otro lado.

Lo llamamos, le mostramos sus chiches, le movíamos el plato con la comida. Pero él estaba contento paseando por los tejados, descubriendo todo eso. Y sé que esto para un gatito es normal, que son bichos que se van pero vuelven (en el mejor de los casos, claro). Pero igual un poquito me angustié. Luego de una hora y pico intentando que el gato volviera le dije a mi novio que lo dejáramos, que ya iba a volver. Confieso que él estaba más angustiado que yo con el tema (sus mascotas siempre fueron perros, así que no está acostumbrado a que el animal se vaya solo por ahí y vuelva). Yo me fui a bañar, me puse con la computadora un rato, y él seguía mostrándole juguetes y etc para llamarlo. En un momento una pelotita lanzada sobre el techo del quincho logró que el gatito se acercara al borde, y luego de algunos intentos desde arriba de una escalerita pude agarrarlo. Ahí volvió el hijo prodigo al hogar, y nos sentimos más tranquilos.

Se igual que esta situación va a sucedernos en el futuro nuevamente. Es inevitable que ocurra. Por eso cuando volvía para casa pasé por la veterinaria para comprarle un collarcito y hacerle la placa identificadora con su nombre y el teléfono de contacto. Me la dan mañana, pero mientras tanto ayer le pusimos el collar. Al principio mucho la idea no le gustó. Hacía movimientos raros para sacárselo. Finalmente creo que entendió que no podía, así que empezó a dar vueltas por la casa con su nuevo collar. Es negro (por lo que resalta con su pelaje clarito), con unos brillitos. Es elástico, por lo que de quedarse enganchado en algún lado no corre el riesgo de ahorcarse.

Primero le dejamos el cascabel que traía el collar. Pero la verdad es que el ruidito era un poco molesto porque Ciro se mueve mucho de aquí para allá. Así que se lo sacamos al rato.

Aca tengo carita de “yo no fui”, pero estuve paseando por los techos del barrio.

En breve fotos con su collar. Por ahora les dejo una en la que está sobre el sillón con cara de “yo no fui”, que le saqué hace algunos días.