Mi gatito: ya se ganó mi corazón! anécdotas de su primer dia solo

Antes que nada, gracias a todos los que ayer me felicitaron por la adopción del minino, y me hicieron tantos cumplidos hacia mi nueva mascota. La verdad es que estoy muy contenta con haberme decidido a llevarlo a casa, ya me ha despertado miles de risas, y ya en estos poquitos días se conquistó mi corazón.

Les cuento que en su primer día solito se portó de maravillas. Yo me había ido al trabajo un poquito preocupada con la idea de llegar y encontrarme todo hecho un despelote, lo confieso. Pero se portó como un “gentleman” (o una “lady”, porque recordemos que todavía no se el sexo) y estaba todo impecable. Para cuando llegué me lo encontré durmiendo sobre un almohadón que tengo sobre el sillón del living. Se despertó enseguida y con un suave “miiiiiiii” (porque así suena por ahora su maullido) me saludó y empezó a jugar. Por supuesto que se activó enseguida, a los minutos ya lo tenía saltando de aquí para allá. Se entretiene con cualquier cosa, y me causa mucha gracia.

Entre las primeras cosas que hice fue buscar si había hecho pis por algún lado para limpiarlo (el primer día al llegar había ido a un rincón). No encontré nada, y la bandeja con piedritas sanitarias (lo que yo llamo la pelela) estaba seca. En eso veo que se acerca a la pelela, y que hace sus necesidades allí. ¡Que orgullo me dio! (ya parezco las madres que se emocionan porque su hijo hace caca). Lo que me sorprendió es lo rápido que aprendió a ir ahí (o mi gato es muy inteligente o el instinto demasiado fuerte). Ojalá le dure esa costumbre (supongo que será así, los gatos son muy limpitos).

Al rato vinieron a casa mis padres, que querían conocer al recién llegado. Ellos aman a los gatos (como les decía, tienen dos actualmente) y estaban embobados con el pequeñito. Le trajeron una pelotita (que enseguida empezó a llevar de un lado para otro con sus patitas) y ya empezaron a malcriarlo: ¡le trajeron salmón! Por supuesto que el gato estaba emocionado con este regalo también, enseguida se lo comió. Más vale que no se acostumbre a platos tan exquisitos, ¿no? No será algo de todos los días.

Cuando ya llegaba la hora de acostarme vino conmigo al dormitorio, y se puso a jugar sobre la cama. Iba a los saltos de acá para allá, y se entretuvo agarrando un muñeco de crochet que yo tengo ahí de adorno. Casualmente el muñeco es un gato, y era divertidísimo ver como lo mordisqueaba (o sea, puede que este no dure mucho, sé que tengo que hacerme a la idea). Finalmente apagué la luz con la intención de que ambos nos durmiéramos, pero mi gatito no entendió la indirecta y seguía saltando (encontraba mi cabeza como un lugar muy indicado para eso). Lo saqué un par de veces, y finalmente lo llevé al otro cuarto y cerré la puerta del mío. Esperaba sentir sus llantitos, pero no los hizo así que dormí tranquila.

Siendo las 7:30 am si comencé a escuchar sus maullidos, así que le dejé entrar y se puso a jugar de aquí para allá. ¿Se acuerdan que yo había tomado la costumbre de practicar los ejercicios de respiración a esa hora? Bueno, imagínense tratar de hacerlo con un gato que les salta encima. No es posible conseguir nada de concentración, puedo asegurárselos. Así que desistí y me puse a jugar con él, hasta que nuevamente llegó la hora de irme a trabajar y tuve que dejarlo.

Les dejo un par de fotos que saqué desde mi celular el primer día en casa. La calidad no es muy buena, pero son las que tenía a mano. ¿No es una preciosura?